Actitudes para cultivar y fortalecer la vida de fe Sample
“Por la fe, Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba” (Hebreos 11:8).
La obediencia mostrada refleja la comunión que se tiene con Dios.
La obediencia refleja también una realidad. Y tiene que ver con lo que hay detrás de la obediencia. ¿Qué es lo que hace posible la obediencia? Una vida de comunión y compañerismo con Dios.
La ecuación de la obediencia es: la intimidad genera confianza, y esta genera obediencia. La intimidad precede a la confianza y esta precede a la obediencia. Y la obediencia desemboca en fe.
Si no cultivamos la intimidad y la comunión con Dios, jamás podremos obedecer al nivel que Dios lo exige.
Esa decisión de Abraham de obedecer a Dios sin titubear solo podía provenir de una vida de relación y comunión íntima con Dios. Cuanto más conocemos a Dios, más podemos confiar en Él, y más fácilmente nos sujetaremos en obediencia.
No hay crecimiento en la fe aparte de la comunión con Dios. Sin comunión no hay obediencia, y sin obediencia la fe no obra.
¿Y cuál es la respuesta de Dios a nuestra obediencia? Más revelación y más intimidad. La intimidad es la respuesta de Dios a nuestros actos de obediencia. En Juan 15:14 leemos: “Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando (si obedecéis)”.
La obediencia de Abraham le hizo ganar la intimidad con Dios. Por eso Abraham fue llamado amigo de Dios.
En Juan 14:21 y 23 leemos: “El que tiene mis mandamientos, y los guarda, éste es el que me ama; y el que me ama, será amado de mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él” (21). ¿A quién se manifestará el Señor? Al que tiene sus mandamientos y los guarda. ”El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él” (23). Como puedes observar, la obediencia trae intimidad con Dios y, luego, la intimidad nos capacita para obedecer más plenamente a Dios. Y la obediencia se traduce en fe.
¿Inviertes tiempo en cultivar la intimidad y el compañerismo con Dios?
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Nuestra fe está conectada a nuestra relación con Dios. Tan fuerte e íntima como sea nuestra relación con Dios, así será nuestra fe. Nuestro nivel de relación con Dios determina nuestro nivel de fe. Hay tres actitudes que contribuyen a cultivar la relación con Dios y, por ende, fortalecer la vida de fe. Estas tres actitudes son: la obediencia, el amor y la devoción por la palabra de Dios.
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