Actitudes para cultivar y fortalecer la vida de fe Sample
La fe obra por el amor (actitud de amor)
La fe genuina necesita manifestarse en obras de amor. Santiago también enfatiza la necesidad de que la fe actúe por el amor para que no se convierta en fe muerta (Santiago 2:14-20). Santiago dice que tener fe sin obras de amor para nada aprovecha. Santiago no se refiere a obras en el sentido de la doctrina de los fariseos, como un medio de justificación para salvación, sino a las manifestaciones del amor, que prueban una fe genuina.
Santiago 2:21-22 dice al respecto: “¿No fue justificado por las obras (laborar, accionar) Abraham nuestro padre, cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar? ¿No ves que la fe actúo juntamente con sus obras, y que la fe se perfeccionó por las obras?”. Actúo juntamente (del griego sunergeo) habla de sincronía y sinergia (de allí viene la palabra sinergia). La fe y las obras de amor cooperaron (ver contexto), colaboraron juntas. Fe sin obras es igual a fe muerta. Pero fe más amor es igual a fe viva.
El amor y devoción a Dios fue lo que movió a Abraham a poner su fe por obra. Abraham demostró su amor a Dios obedeciéndole total y cabalmente. La fe, si es verdadera, si es real, se convierte en amor; se manifiesta en frutos de caridad, misericordia, simpatía y compasión por la gente.
Si no amamos nuestra fe se marchita. Es pura retórica, mera declaración verbal, sin valor para Dios y para su reino. La fe, si es verdadera, si es real, se convierte en amor, en acciones que ministran a favor de las necesidades de otros. La fe se traduce en actos amatorios. Y el amor confirma lo genuino de la fe, porque la fe obra por el amor.
¿Procuras poner el amor en acción, como un principio rector que guía tus actitudes y acciones?
About this Plan
Nuestra fe está conectada a nuestra relación con Dios. Tan fuerte e íntima como sea nuestra relación con Dios, así será nuestra fe. Nuestro nivel de relación con Dios determina nuestro nivel de fe. Hay tres actitudes que contribuyen a cultivar la relación con Dios y, por ende, fortalecer la vida de fe. Estas tres actitudes son: la obediencia, el amor y la devoción por la palabra de Dios.
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