Palau, Una Vida ApasionadaSample
El servicio no está de moda en este momento. ¿Alguna vez lo estuvo? No está a la moda entregar tu vida, tus intereses, tu tiempo y tu energía por el bien de otros.
Tener una actitud de siervo se percibe como una debilidad, como si no estuvieras viviendo de acuerdo a tu potencial. Sin embargo, el servicio requiere una fuerza increíble. Un siervo hace realidad el potencial inimaginable en el reino de Dios. ¿Recuerdas lo que enseñó Jesús?
El más importante entre ustedes debe ser el sirviente de los demás; pero aquellos que se exaltan a sí mismos serán humillados, y los que se humillan a sí mismos serán exaltados. Mateo 23:11-12
¡Qué verdad estimulante! La abnegación de un siervo libera la exaltación y el honor de Dios. El grado en el cual servimos es el grado en el cual somos grandes a los ojos de Dios.
A medida que mi vida llega a su fin, me pregunto: ¿Cuán grande soy a los ojos de Dios? ¿Estoy pronto a servir de maneras humildes e invisibles que muestren nuestro verdadero corazón como lo hace Pat, «la esposa de [mi] juventud»? ¿Estoy dispuesto a ser menos, de modo que otros sean más grandes? ¿Estoy dispuesto a dejar a un lado mis deseos, a poner las necesidades de los otros antes que las mías y sencillamente a dar? Me resulta más difícil de lo que me gustaría admitir.
De una fe profunda y sincera proviene el valor para servir de verdad con tu vida; sí, aun de arriesgar tu vida por el servicio. Debemos servir como resultado de un genuino amor por Dios y por toda la gente.
Jesús decidió ser humilde de corazón. Puso a los demás antes que a sí mismo. Nunca fue demasiado importante como para servir «al más insignificante de estos». Pregúntate, cuando te sientas tentado a ponerte en primer lugar, de dónde viene ese impulso. No proviene de Dios.
Él murió por todos para que los que reciben la nueva vida de Cristo ya no vivan más para sí mismos. Más bien, vivirán para Cristo, quien murió y resucitó por ellos. 2 Corintios 5:15
Foto tomada en el festival en Abidjan en 2019. Se les proporcionan lentes a los necesitados.
Para servir con un corazón puro, todo cristiano debería abrazar la humildad, y cada pastor debería basar su ministerio en ella. ¿Somos lo suficientemente fuertes como para renunciar a nuestro orgullo?
¿Qué me dices de ti? ¿Dónde está tu corazón? ¿Está cediendo a la profunda tentación del orgullo? Ya sea que estemos abajo o exaltados, las manos de Dios pueden tocar nuestros labios —aunque sean de arcilla— y liberarlos para que transmitan Su Buena Noticia. Todos podemos traer un cambio para el bien del mundo y la gloria de Dios. Si acaso —y este es un «si acaso» enorme— estamos dispuestos a convertirnos en nada para que Dios pueda convertirse en todo en nosotros.
El teólogo más inteligente, el expositor más elocuente, el erudito más cuidadoso, no pueden estar a la altura de un cristiano que está dispuesto a caer sobre su rostro bajo la poderosa mano de Dios. Ninguna enseñanza puede reemplazarlo, ninguna predicación puede alentarlo y ninguna investigación puede profundizarlo. Solo una convicción genuina e interior —una desesperación por anonadarse delante de Dios— puede transmitir esa clase de poder espiritual.
La mejor manera que conozco de permanecer humilde es sencillamente no preocuparse por uno mismo. ¿Has tenido una victoria maravillosa? Alaba al Señor por ello y celebra. Luego permite que se desvanezca en el pasado de la misma manera que si hubiera sido una desilusión. Mira hacia delante a Cristo.
Si te concentras en el pasado, tiendes a inflar tu propio rol, y si no tienes cuidado, puedes comenzar a sentir que mereces algo de crédito y de gloria. No alardees. En el mejor de los casos, somos siervos débiles. No pases mucho tiempo probándote el sombrero del Maestro y mirándote al espejo.
¿Acaso nuestra humanidad, incluyendo ser sinceros respecto a nuestras falencias, no revela el poder de Dios? Sobre esto escribe el apóstol Pablo...
«Ahora tenemos esta luz que brilla en nuestro corazón, pero nosotros mismos somos como frágiles vasijas de barro que contienen este gran tesoro». 2 Corintios 4:7
Nuestra frágil debilidad humana nos hace vasijas de barro. Sin embargo, con rajaduras y todo, nuestra debilidad es lo que revela el poder de Dios.
Si hay algo de mí que puede impresionarte, que sea esto: No soy tan especial. ¿No es ese un testimonio mayor? Dios usa al débil.
Sirve hoy
¿Te humillarás bajo la poderosa mano responsable por todas tus victorias? Alaba a Dios hoy por todo lo que ha hecho en ti y a través de ti. Pídele ayuda para poner a los demás antes que a ti mismo, para ser como Jesús, un siervo de todos. Que Su poder que todo lo sobrepasa brille a través de ti en este día.
Tan solo una vasija de barro.
– Luis Palau
About this Plan
Una vida apasionada es una colección de principios que nos guían, de uno de los evangelistas más respetados de nuestros días, encenderá en tí la fe ardiente para vivir las buenas nuevas de Jesucristo.
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