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Cristo: Salvador, Profeta y SacerdoteSample

Cristo: Salvador, Profeta y Sacerdote

DAY 3 OF 7

Las doxologías nos llevan a alabar a Dios, en particular por las obras de su gracia

Pero son las maravillosas obras de Dios, en el reino de la gracia, más que en la creación y en la providencia, las que mejor se prestan para que los corazones de los hijos de Dios se sientan impulsados a orar homenajeando en adoración. Más particularmente, aquellas obras en las que el Amado, de su propio corazón estuvo y está involucrado para nuestro bien, son las que causan nuestra admiración y alabanza. 

Esto ocurre en los versículos que ahora estamos considerando, ya que tan pronto como Juan se puso a pensar en las perfecciones y en el ser sin igual de Aquel que ama eternamente, su corazón lo hizo exclamar con desbordante entusiasmo: «¡a él sea la gloria y el poder por los siglos de los siglos! Amén». Y así lo hicieron todos los auténticos santos, pues esta exclamación es la respuesta y expresión espontánea, de sus corazones agradecidos. 

Las doxologías, tienen un elemento común: que en ellas, la alabanza es ofrecida siempre y en forma exclusiva, a la deidad, y nunca a alguna agencia o logro humano, el congratularse y ocuparse de uno mismo no tiene lugar alguno en ellas. Eso está muy lejos de la función de la doxología por el escaso nivel de espiritualidad general que actualmente prevalece en las iglesias. En el cielo, no hay nadie culpable de alabarse a sí mismo o de magnificar sus propias virtudes, y aquí en la tierra, ningún hijo de Dios debería ser culpable de ello.

El destinatario particular de esta doxología

El destinatario de esta adoración y acción de gracias, es el Hijo que junto al Padre y al Espíritu, emprendió la tarea de salvar a todos sus escogidos de todos sus pecados y miserias mediante el precio de su sangre y el brazo de su poder. En su ser esencial, Dios el Hijo es igual y eterno con el Padre y el Espíritu. Cristo es Dios sobre todas las cosas. ¡Alabado sea por siempre! Amén. Él es el eterno sol de justicia. En él resplandece toda la gloria de la deidad, y en Él se han manifestado todas las perfecciones de Dios. En respuesta a este homenaje Cristo expresa: Yo soy el Alfa y la Omega “dice el Señor Dios”, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso.

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Cristo: Salvador, Profeta y Sacerdote

El testimonio de Cristo fue completo, coherente y contundente en todos los aspectos y asuntos de la economía divina revelada en plenitud por medio del nuevo pacto, por medio del cual se convierte en nuestra realidad existencial lo que Él logró en la legalidad divina.

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