Vencer: Devociones de Tiempo de GraciaMuestra

El quebrantamiento de la adicción Cuando oyen la palabra adicto, la primera imagen que les viene a la mente a la mayoría de las personas es la de un drogadicto, que se va destruyendo poco a poco a sí mismo con su jeringa. Pero, en realidad, hay muchos tipos de adicciones. La gente está encadenada a toda clase de comportamientos destructores y compulsivos: desórdenes de la alimentación, homosexualidad, adulterio, adicción a las drogas, al juego, y muchos más. Algunos no saben cómo dejarlos; otros ya han perdido el deseo de dejarlos. Todos los estilos de vida compulsivos pecaminosos son malos y tienen la capacidad de apartar a la persona de su Salvador. ¿Qué se puede hacer? En primer lugar entienda que Jesús ama incondicionalmente a los adictos. ¿Quién puede apreciar más la gracia de Dios que un adicto? Con toda seguridad, antes de que un adicto pueda volver a creer en él mismo, es de mucha ayuda que sepa que Dios piensa que es digno de ser salvado. En segundo lugar, Dios no quiere que la gente piense que su situación no tiene esperanza; san Pablo escribió: “Nosotros ya hemos muerto respecto al pecado; ¿cómo, pues, podremos seguir viviendo en pecado? . . . Así el pecado ya no tendrá poder sobre ustedes” (Romanos 6:2,14). Dios y su Palabra, y su Cena, son más poderosos que sus compulsiones, y sus brazos son suficientemente largos para llegar al fondo del pozo, no importa qué tan profundo usted lo haya cavado. Nunca es demasiado tarde: vuelva hoy a los brazos de su Padre. El quebrantamiento de la adicción Cuando oyen la palabra adicto, la primera imagen que les viene a la mente a la mayoría de las personas es la de un drogadicto, que se va destruyendo poco a poco a sí mismo con su jeringa. Pero, en realidad, hay muchos tipos de adicciones. La gente está encadenada a toda clase de comportamientos destructores y compulsivos: desórdenes de la alimentación, homosexualidad, adulterio, adicción a las drogas, al juego, y muchos más. Algunos no saben cómo dejarlos; otros ya han perdido el deseo de dejarlos. Todos los estilos de vida compulsivos pecaminosos son malos y tienen la capacidad de apartar a la persona de su Salvador. ¿Qué se puede hacer? En primer lugar entienda que Jesús ama incondicionalmente a los adictos. ¿Quién puede apreciar más la gracia de Dios que un adicto? Con toda seguridad, antes de que un adicto pueda volver a creer en él mismo, es de mucha ayuda que sepa que Dios piensa que es digno de ser salvado. En segundo lugar, Dios no quiere que la gente piense que su situación no tiene esperanza; san Pablo escribió: “Nosotros ya hemos muerto respecto al pecado; ¿cómo, pues, podremos seguir viviendo en pecado? . . . Así el pecado ya no tendrá poder sobre ustedes” (Romanos 6:2,14). Dios y su Palabra, y su Cena, son más poderosos que sus compulsiones, y sus brazos son suficientemente largos para llegar al fondo del pozo, no importa qué tan profundo usted lo haya cavado. Nunca es demasiado tarde: vuelva hoy a los brazos de su Padre.