«Una fórmula esencial: confiar y obedecer»Muestra

«Cuando Dios te confronta, una buena actitud te libera»

Cuando al fin pude reconocer a Dios que sentía celos y que mi corazón desfallecía, pedí perdón arrepintiéndome por eso y me comprometí a que se hiciera su voluntad y no la mía. En ese instante comenzó un proceso importante en medio de mi crisis y Dios me desafió con una pregunta audaz: «John, ¿estarías dispuesto a ir a The Oaks en persona y pedir perdón por tus celos contra ellos?»

Llamé a Scott para preguntarle si podía ir y hablar con su grupo de oración, y él dio su consentimiento. Delante de todo el equipo, me arrepentí de los celos que sentía en mi corazón contra su iglesia y su pastor. Dios sabía que la única manera para sanarme era pidiéndoles perdón públicamente. Este acto fue tanto humilde como liberador. El fuego de la experiencia me ayudó a ver que mi problema era la desobediencia. Mi envidia, autocompasión y dudas habían sido como un veneno. Los antídotos eran la humildad y el arrepentimiento. 

Mirando atrás, ahora reconozco que esta dolorosa experiencia fue parte de un trabajo más profundo de parte de Dios a fin de prepararme para el futuro. De hecho, estaba a punto de llamarme a un nivel de obediencia superior. Era hora de retirarme de mi propio camino y dejar que Dios obrara a través de mi vida como nunca antes lo había hecho. Dios me dio muchas otras palabras proféticas para Scott y The Oaks. Cada vez que sucedía, Scott y sus líderes me escucharon amablemente y aceptaron lo que Dios les decía. 

En 2012, el Señor me dio otro mensaje para mi amigo. Ese jueves, me dijo que le preguntara a Scott: « ¿Le darás a Dios un minuto del servicio de tu iglesia?» Me di cuenta de que Scott estaba confundido y se sintió sacudido por la pregunta, pero también sabía que consideraría cuidadosamente lo que el Señor le estaba diciendo. Definitivamente una actitud correcta, traería a mi vida un avance en el don profético, y a la de Scott un desafío para ser promocionado. De no haber reaccionado de la manera correcta, hubiera abortado lo que Dios tenía para nosotros.