«Una fórmula esencial: confiar y obedecer»Muestra

«Si entendiste, hazte a un lado»

Habíamos llegado al centro del asunto. Finalmente entendí. Dios había enviado a John para desafiarme hasta lo más profundo. No se trataba de un programa o un estilo de adoración, de mi enseñanza, o del orden del servicio en nuestra iglesia. Se trataba de mi corazón, de mis esperanzas, de mi fe y de mi identidad como pastor. Dios me estaba pidiendo que «despejara la plataforma» para que su Espíritu obrara con poder y amor en nuestras reuniones. Dios me estaba pidiendo que le cediera el control del domingo por la mañana, las horas que más contribuían a formar mi identidad y que yo protegía cuidadosamente.

Para ser honesto, no estaba muy sorprendido de escuchar una palabra de Dios a través de John. Durante años, Dios lo había usado para guiarme cada vez más a su voluntad para mi vida y ministerio. 

Años antes, cuando nos trasladamos a la ubicación actual en Red Oak (Texas), John se sintió guiado a traer a toda su congregación al servicio de dedicación. Estaba convencido de que Dios estaba haciendo un llamado a nuestras dos congregaciones a caminar juntas. Durante la reunión, el Señor le dio una palabra a John para nuestra congregación, y me preguntó si podía compartirla públicamente. Yo confiaba en él por completo, así que respondí: «¡Por supuesto!»

John se puso de pie y comunicó lo que el Señor le decía, que necesitábamos una nueva perspectiva con respecto al dinero.

Al igual que la mayoría de las iglesias que se trasladan a un nuevo edificio, estábamos preocupados por el aumento de nuestros gastos mensuales. Habíamos calculado que íbamos a tener un gran déficit por mes si no recibíamos nuevos ingresos. Sin embargo, la palabra de John nos indicó que ya no había que preocuparse por tener lo suficiente, sino por cómo planificar, como mayordomos, el increíble flujo de recursos que el Señor nos enviaría. Nos dijo: «No habrá ni un mes en que escaseen los recursos. Tendrán todo lo que necesiten. Ahora comiencen a orar para que Dios mejore su capacidad para manejar el aumento de los ingresos».

¡Ese fue un mensaje muy audaz! En cuestión de un año, todo sucedió. The Oaks tenía tanto dinero que teníamos que decidir qué hacer con él. Ese fue el comienzo de mi relación profética con John y The Oaks y no sería la última. Con los años aprendí a confiar en el corazón de John, su integridad y su voz profética, por lo cual yo estaba dispuesto a escuchar cuando Dios lo usara para decirme cosas, incluso cosas que me estremecieron por completo.