Ana

¿Has recibido alguna vez algo y sabes, muy dentro tuyo, que sólo pude ser la obra de Dios?  Es como si no hubiese forma de que lo hayas obtenido…excepto sólo por gracia de Dios.  

Me encanta llevar un diario de oración porque me da la oportunidad de recordar cuán crudos son mis sentimientos en tiempo de necesidad. También para ver una oración respondida días, meses y aún años… todo lo que puedo decir es:, “¡Fue sólo Dios!”.

Ana fue una mujer joven que expresó sus verdaderos sentimientos a Dios mientras estaba en el templo. Sus sentimientos fueron tan profundos que las palabras no podían salir de sus labios. ¡El sacerdote pensó que estaba borracha!  Oh, qué dolor habrá sentido. 

Hay días cuando nos sentimos como Ana, ¿verdad?  Las palabras no aparecen, es muy doloroso.  Pero Dios oye nuestras oraciones así como escuchó la de Ana.  Ella quería un hijo profundamente y Dios le concedió su pedido.  ¡Fue sólo Dios!  Ana había prometido entregar al niño de nuevo al Señor si se le otorgaba. Tan pronto como Samuel, su hijo, fue destetado, Ana mantuvo su palabra.  Qué elección más difícil, aun así que paz debe haber sentido.

Me sorprende cómo Ana fue fiel a lo que prometió.  A menudo le pedimos a Dios un milagro, pero rápidamente olvidamos la promesa que le hacemos.  Servimos a un Dios bueno que conoce nuestras debilidades y nuestra infidelidad.  Tener un corazón agradecido y darle a Dios lo que verdaderamente le pertenece es esencial…nuestros hijos, nuestras finanzas, nuestras vidas.  

Que la respuesta de Ana sea la nuestra también: “Ahora lo doy al Señor…”.  No hay lugar más seguro que en los brazos de nuestro Padre.  Haz un inventario de tus oraciones respondidas.  ¿Has dedicado a Dios aquellas cosas que más estimas?  Cada parte de nuestras vidas que es devuelta a Dios puede florecer más de lo que podamos alguna vez imaginarnos. 

~Betsy