Sentirse mejor: Devociones de Tiempo de Gracia Muestra

Mi Vida: Soy un fracaso Ayer, un amigo me dijo: “Creo que mi esposa y yo hemos perdido a nuestra hija adolescente. Ella nos desprecia, es abiertamente desafiante día tras día, y no puede esperar a irse de la casa”. Este querido amigo siente que es un fracaso. Sólo puedo imaginar la tristeza que hay en el corazón de su esposa. ¿Conoce ese sentimiento? ¿Se ha culpado por el naufragio de algo importante en su vida? ¿Está divorciado? ¿Lo han despedido del trabajo? ¿Perdió el curso? ¿Abandonó los estudios? ¿Tuvo un hijo fuera del matrimonio? ¿Se arruinó en un negocio? ¿Tuvo un aborto? ¿Tuvo que declararse en bancarrota? Entre las grandes cosas del cristianismo, hay una promesa muy importante: Dios no nos desprecia cuando fracasamos. De hecho, el corazón del evangelio es que Dios ama a los perdedores y a los quebrantados. Sí, él ama también sus fracasos. A veces tenemos que estar muy, muy vacíos antes de estar listos para que Dios nos llene. Una de las grandes ironías de la vida es que a veces Dios hace su mejor obra a través de las personas enormemente quebrantadas a quienes está sacando de grandes crisis. “Contigo desbarataré ejércitos y con mi Dios asaltaré ciudades amuralladas” (Salmo 18:29).