«Cristo Hace Su Hogar En El Corazón Del Hijo De Dios»Muestra
«El hombre interior es nuestro espíritu regenerado»
Su vida es la vida de Dios, es decir, es nuestro espíritu, el cual fue regenerado por el Espíritu de Dios, está habitado por el Espíritu de Dios, y fundido con el Espíritu de Dios. Para conocer y manifestar a Cristo hasta la medida de toda la plenitud de Dios, necesitamos ser fortalecidos en el hombre interior.
Vivimos asediados por un sistema enajenado del orden divino, donde se rinde culto al hombre exterior, con sus bajos apetitos; contrario en todos los aspectos al hombre interior, que no vive gobernado por lo «de afuera». El primero se alimenta de la observación y afirmación pública. El último está escondido a la vista de todos, ya que es en los corazones de los creyentes donde, el principio de la nueva vida se ha implantado por el Espíritu Santo y desde allí, los renacidos reciben la influencia directiva para ser fortalecidos más y más con el Espíritu que les ha sido impartido.
Puesto que los seres humanos somos almas, y no espíritus, nuestra personalidad o nuestra persona está en nuestra alma. Por esta razón, la Biblia se refiere a los hombres como almas. Tanto el cuerpo como el espíritu, son vasos usados por el alma. Por tanto, como almas, tenemos un vaso exterior, el cuerpo, y un vaso interior, el espíritu. Cuando nos arrepentimos y creímos en el Señor Jesús, entró en nosotros y nos regeneró consigo mismo como nuestra vida. Antes de ser regenerados, no teníamos vida divina en nuestro espíritu; simplemente teníamos la vida humana de nuestra alma.
Cuando el Nuevo Testamento habla de esta vida, siempre usa la palabra griega «zoé», que es la vida divina, eterna e increada de Dios, la cual es Cristo mismo, nuestra vida en nuestro espíritu. Sin esta vida, nuestro espíritu está muerto y somos solamente seres humanos.
Los salvados, tenemos a Cristo como vida en nuestro espíritu, llegamos a ser un hombre, una persona, un ser. Ya no meramente un órgano interior, sino que, un hombre interior. Es mediante la regeneración, que tenemos la vida divina en nuestro espíritu. Así que, nuestro espíritu ya no es simplemente un vaso, sino que ha llegado a ser nuestra persona, quien posee la vida de Dios. Pero, ¿qué de nuestra vida humana y de nuestra vieja persona que están en nuestra alma? La vieja persona, el alma que posee la vida humana, fue crucificada, y ahora nuestra nueva persona es el espíritu, que contiene la vida divina. Nuestro espíritu, que fue regenerado con la vida divina, es nuestro hombre interior, que tiene su expresión mediante el ser pensante.
Acerca de este Plan
En cuanto a la oración, se puede observar su desarrollo hacia un clímax de trascendental importancia. Es, por decirlo así, una escala formada por tres peldaños, por medio de los cuales el creyente es llevado hasta las mismas alturas de los cielos. Las tres partes de la oración se pueden ver de inmediato, ya que los límites entre ellas están señalados claramente por las palabras «para que » en la porción bíblica en la que se basa este devocional.
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Nos gustaría agradecer a Basilio Patiño en colaboración con El Centro Network por facilitarnos este plan. Para obtener más información, por favor visítenos en: www.redrema.org www.elcentronetwork.com