Devocional de lucha para hombresMuestra

El problema con los zorros

Para muchos hombres, la ira es una emoción por defecto. Cuando alguien nos avergüenza, rara vez sentimos solo vergüenza. La mayoría del tiempo, esa vergüenza también nos hace airarnos. Nadie va a hacerme ver como un tonto. Lamentarán el haberse metido conmigo. Eso es porque cuando los hombres experimentan algo negativo, la ira es usualmente la respuesta automática.

Puedes pensar que la reacción de Sansón de ayer fue exagerada, matando a 30 tipos para pagar una deuda de juego, pero apenas estaba entrando en calor. Hoy lo veremos realmente subir la temperatura.

Después de que Sansón se marchara furioso de la celebración de su compromiso, el padre de su novia estaba avergonzado de que su futuro yerno había desaparecido. Así que hizo lo que cualquier padre haría en esa posición: ¡dio a su hija a otro hombre en la fiesta de bodas! (Esto quizás no tenga sentido para nosotros, pero era apropiado en la cultura de ese momento).

En la lectura de hoy, veremos qué pasa cuando Sansón regresa y descubre que su esposa se fue con otro hombre.

Repasemos los grandes éxitos de Sansón hasta ahora: Fue a un lugar al que no tenía nada que hacer ahí. Él deseaba y perseguía a la mujer equivocada. Ignoró el consejo de sus padres (y la sabiduría de Dios). Él tocó cosas muertas. Se emborrachó. Se burló de los filisteos con su acertijo. Reveló su propio secreto. Él dejó a su esposa en el altar para ir a matar a un montón de tipos.

¿Y quién fue el responsable por cada una de estas acciones? El propio Sansón.

Sansón sigue enojándose con el mundo, pero en realidad, casi todo lo que le pasó fue su propia culpa. En cualquier punto, el podría haber retrocedido, incluso solo un poco. Si hubiera tomado un minuto para calmarse, tal vez incluso podrían haber cambiado las cosas. En cambio, una y otra vez, complicaba cada situación, forzando a otros a reaccionar.

Hoy, veremos una decisión emocional más de parte de Sansón forzando una respuesta emocional de parte de los Filisteos—y le cuesta todo lo que le importa.

¿Qué hay de ti? Si estás enojado con los que te rodean, ¿dónde está tu responsabilidad en eso? ¿Podría ser posible que al menos algunas de las cosas difíciles por las que estás pasando ahora sean el resultado, tal vez incluso las consecuencias directas, de tus propias decisiones? Realmente trata de ser honesto contigo mismo.

¿Te sientes tentado a poner excusas por tu comportamiento? Si lo haces, es tiempo de parar y luchar contra esa tentación. Gana tu terreno. Pide perdón si es necesario. Y no solamente a Dios, sino a las personas quienes tus acciones y actitudes pudieron haber herido. Pide al Espíritu de Dios que te guíe. Luego, ve haciendo los difíciles cambios que Él te muestre.