Código de HonorEjemplo

La urgencia del honor

El honor no es algo que natural para los hombres, especialmente en una cultura en la que se fomentan la deshonra y la rebeldía. El egocentrismo se entremete en la prestación mutua de honor. Cada uno busca lo suyo propio y su propia gloria. Esto contribuye a la ruina de muchos hombres y a la denigración de la cultura en general. Todo esto afecta negativamente a otros hombres, mujeres y niños, y mantiene a la humanidad atrapada en un lodazal de desánimo.

El honor demanda vidas virtuosas y requiere el reconocimiento de los atributos que les hacen virtuosas. Una de las formas más comunes en que deshonramos es cuando ignoramos a aquellos con quienes convivimos o trabajamos, pero también cuando ignoramos a Dios. Ignorar a otros es tratarlos como algo ordinario, común, sin importancia; es descontarlos y descontar su propósito único. Por el contrario, reconocer a otros y a Dios por lo que son y por el despliegue de sus cualidades, eso es honrarles.

Las relaciones son el núcleo de cualquier cultura, y algunos dicen que es la moneda del reino de Dios. Dios espera un trato amoroso entre nosotros que implica honor, en Romanos 12:10 se nos exhorta diciendo “Sean afectuosos unos con otros con amor fraternal; con honra, dándose preferencia unos a otros” [Romanos 12:10 NBLA] Todo creyente ha de convertirse, por un lado, en un experto en vivir una vida virtuosa; y, por otro lado, en dar y recibir honra. Implica un continuo intercambio de honores en lo horizontal (con otros), y también en lo vertical (con Dios), tal como se afirma en 1 Samuel 2:30 al decir que Dios honrará a los que le honren. Cuesta pensar en creyentes que maduren sin crecer en estas dimensiones, es decir, viviendo vidas de virtud o sabiendo cómo honrar a quienes lo merecen. La forma en la que honramos a los demás en la cotidianidad de esas relaciones es fundamental para su profundidad y significado en la familia, la comunidad y el lugar de trabajo. Es por eso importante y urgente reconocer que la infraestructura conversacional ha de crearse desde esta cosmovisión para la construcción de un código de honor que honre a Dios y a los demás.

Nuestra única esperanza es que el Espíritu Santo quite de nosotros el enfoque egocéntrico y la expectativa tóxica y constante de recibir honra; a la vez nos ayude a enfocarnos en el valor y en las cualidades de los demás, y nos habilite en desarrollar relaciones en las que el honor este en medio de manera evidente.

Para reflexionar: Si el honor fuera la base de tus relaciones diarias, ¿cómo cambiarían tus interacciones con los demás, con tu propio sentido de propósito y con Dios?