El Padre Se Da a ConocerEjemplo

Ahora, hablando desde una perspectiva histórica (no escritural), los historiadores creen que las puertas del Tabernáculo tenían estos nombres en hebreo:

• La del atrio: “Dérek”, que significa camino.
• La del lugar santo (la de los sacerdotes): “Emet”, que significa verdad.
• La del lugar santísimo: “Jai”, que significa vida.

Fue el mismo Jesús quien dijo:

“Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Jn. 14:6).

Esto es maravilloso, porque Jesús estaba enseñando que ya no era necesario atravesar las tres puertas del Tabernáculo para llegar al Arca de la Alianza, la misma presencia de Dios. Desde ese momento, todos podían hacerlo a través de Él, quien es el camino, la verdad y la vida, y quien nos muestra al Padre.

“Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo” (Mt. 27:51).

¡Finalmente, el velo se rasgó para abrir el acceso al Padre, y el Padre se vuelve cercano! ¡Un Dios para todos, por medio de Jesucristo! Sin embargo, el único camino que nos conduce a Él es Jesús; no hay otro, ni lo habrá jamás.

Felipe le dijo: “Señor, muéstranos al Padre, y nos basta”. Jesús le respondió: “¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre” (Jn. 14:8-9).

Pero, definitivamente, cuando alguien no quiere escuchar, no escucha. Jesús acababa de enseñarles a Sus discípulos que Él era el camino, la verdad y la vida. Por consiguiente, el único camino al Padre es Él mismo; y que, al conocerle a Él, conocerían al Padre, pues Jesús es la misma imagen del Padre. Sin embargo, al menos Felipe no lo había comprendido del todo.

Jesús avanzó explicando:
“¿Cómo, pues, dices tú, Felipe: ‘Muéstranos al Padre’? ¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras. Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí; de otra manera, creedme por las mismas obras” (Jn. 14:10-11).

Finalmente, Jesús se presenta como la imagen del Padre en la tierra. Querido lector, si quieres conocer a Dios, al Abba de Jesús, debes conocer a Jesús, pues Él es el rostro mismo de Dios, el reflejo perfecto, la imagen viva del Padre.