El Padre Se Da a ConocerEjemplo

En los diferentes tiempos que abarca el Antiguo Testamento, Dios se manifestó según lo que era necesario para ese momento específico. Por ejemplo:

• El Elyon, que significa "Dios Altísimo", es decir, nadie está por encima de Él. En aquel tiempo, era común la creencia en más de trescientos mil dioses (Gén. 14:17-20).
• El Shaddai, que significa "El Omnipotente", "Todo Poderoso" (Sal. 91:1).
• El Olam, que significa "El Dios Eterno", aquel que no tiene principio ni fin, en contraste con los dioses creados por el hombre, que sí tienen principio y fin (Isa. 40:28).
• Jehová Rafa, como se muestra en Éxodo 15, donde Dios se presenta como "El Sanador". Por ejemplo, cuando las serpientes mordían al pueblo de Israel, Dios ordenó a Moisés levantar una serpiente de bronce. Todo aquel que mirara a la serpiente quedaría sano. Más tarde, Jesús explicó que esa serpiente lo representaba a Él, como el Hijo del Hombre que sería levantado.
• Jehová de los Ejércitos, quien peleaba las batallas de Su pueblo y a favor de ellos.

Sin embargo,

Hoy estamos llamados a ver a Dios de esta manera superior, como nuestro Padre. ¿Por qué? Porque esta cercanía fue reparada y ganada por Jesús a través de Su ministerio y Su sacrificio en la cruz.

En resumen, el Antiguo Testamento termina con un mensaje claro: “Hasta que ustedes no se acerquen a Mí, Yo no haré nada por ustedes”. Dios esperó. Y cuatrocientos años y el hombre no se acercó. Después, al inicio del Nuevo Testamento, Dios toma la inicitiva y dice: “Es tiempo de que sea Yo quien me acerque a ustedes, porque si no inicio esta reconciliación, nadie podrá lograrla. Seguiremos enemistados por toda la eternidad. Hay que solucionarlo”.

Así, es Dios quien decide acercarse a nosotros: "Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo.En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció.A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron.Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios" (Jn. 1: 9-13).