No se trata de merecer

Si lo que Dios hace por nosotros dependiera de lo que hacemos y de nuestra fidelidad, todos nos quedaríamos con las manos vacías, porque nuestra naturaleza de pecado, todo lo que hace es alejarnos cada día de Dios; pero él, que es lento para la ira y grande en misericordia, y que nos ama con amor eterno, no se limita a mostrar su favor para con nosotros a pesar de quienes somos.

No tienes que empezar a darte golpes en el pecho para obtener su perdón, un corazón arrepentido y una decisión firme de voltear tu rostro hacia Dios y dejar tu pasado de pecado, es suficiente para recibir su perdón; sin embargo, lo que jamás podrás negar, es que has podido ver muestras del amor y la misericordia de Dios, aun cuando ni siquiera te tomaste tiempo para reconocer su existencia, y cuando no le diste importancia a su voluntad para tu vida.

Precisamente es por eso que el amor de Dios por nosotros sobrepasa nuestro entendimiento, porque no es como nosotros que medimos el amor dependiendo de si la otra persona lo merece o no, Dios nos amó antes de que le amáramos a él y a pesar de nosotros mismos y el pecado cometido, eso es maravilloso; por eso no debes temer por lo que hiciste un día, Dios no ha dejado de amarte por eso, él sigue dispuesto y esperándote cuál padre a su hijo pródigo.

Por amor a ti, Dios envió a su Hijo a morir, cuando no lo merecías, porque quiere que tengas una vida plena, una relación cercana con él y un corazón dispuesto a extender a otros la misericordia que has recibido; porque Dios extendió su misericordia hacia ti antes de que te formaras en el vientre de tu madre y tú eres producto de esa misericordia.

No lo entiendas, no te detengas a pensar en lo que mereces o no, simplemente, Dios ya lo hizo y fue por amor.

Reflexiona:

No hay nada que puedas hacer para merecer el amor y la misericordia de Dios, pero él, como buen Padre, te hace partícipe de sus bondades.