Yo Me Cuido: 7 Días Para Una Renovación Integral De Tu AutoestimaMuestra

Devocional: ¿Quién eres?

Para comenzar con nuestro segundo día de trabajo en donde vamos a renovar nuestra autoestima, me gustaría ir a un concepto clave que está muy relacionado con nuestra autoestima y es nuestra identidad.

Como saben, la identidad es elconjunto de características, valores, creencias y experiencias que definen a una persona y le otorgan una sensación de unidad y continuidad a lo largo del tiempo. Esta identidad se compone tanto de aspectos internos —como la autopercepción, la personalidad y las metas personales— como de elementos externos, la cultura, el grupo social y las relaciones.

La identidad se construye a partir de cómo una persona se ve a sí misma, a esto se le llama identidad personal, y de cómo es percibida por otros, esta es la identidad social.

Ahora que sabemos el tema que tocaremos hoy, nuestra identidad, quisiera abrir este segmento con una gran pregunta que muchos conocen, pero pocos saben responder: ¿Quién soy?

¿Te lo has preguntado alguna vez? ¿Crees que estas en condiciones de responderla y de ser plenamente consciente de quién eres? Puede que a ti no te cueste la respuesta, conozco muchas personas a las que si se les hace difícil o directamente no tienen esa respuesta.

Se vuelve difícil la respuesta porque las personas tienden a responder con lo que hacen o lo que poseen en lugar de sobre quienes son. Cuando no hay una identidad clara no hay coherencia, por lo tanto, esa persona dependerá más del entorno social y de sus opiniones que de lo que vale realmente.

Hay una íntima relación entre nuestra autoestima y nuestra identidad. La forma en la que evalúes tu propia valoración y autoestima influirá de forma determinante en tu identidad, porque como te sientas contigo mismo afectará quien crees que eres. Si podemos volver a esa pregunta y te reto a que intentes responderla, de seguro que cuando veas lo que respondiste, habrá más de lo que haces que de tu identidad en sí, seguro responderás, soy ama de casa, soy artista, o soy empresario, cantante, esposa o esposo de... o padre o madre de, me dedico a la agronomía, trabajo de empleado público, y podría darte tantos ejemplos más de respuestas que me han dicho. Esto pasa muchas veces, porque la mayoría de las personas no saben quiénes son realmente porque su autoestima deficiente no se los permite ver.

Te tengo una buena noticia, tanto la autoestima como la identidad tienen una parte que es dinámica y puede ir transformándose y adaptándose según las experiencias y el crecimiento personal. Pero en psicología, tener una identidad sólida y coherente es fundamental para el bienestar, ya que permite a la persona sentirse auténtica, segura de sí misma y menos dependiente de la validación externa para definir su valor.

¿Eres aceptado?

Al interactuar con hombres y mujeres de diversos ámbitos, percibo en aquellos que no cuentan con una identidad clara, una profunda necesidad de aceptación. Cuando esta necesidad se torna demasiado intensa o desproporcionada, convirtiéndose en la base de su equilibrio emocional o en la condición para sentirse bien consigo mismos, estas personas comienzan a construir su identidad sobre la opinión de los demás. Permitiendo que la aprobación externa y lo que poseen definan su valor, en lugar de apoyarse en quiénes son en esencia.

Cuando uno comienza una relación con Dios, nuestra identidad es transformada y ya no nos vemos con el anteojo que otros nos pusieron o bajo la lupa de la vergüenza y el pecado, sino que nuestra identidad se asemeja a la de Cristo. Esto es asombroso, porque no importa cuál sea tu condición al llegar a Jesús, Él lo termina cambiando todo y te regala una nueva identidad basada en Su imagen y semejanza.

En el texto que te adjunto, Pedro también nos refuerza la idea de tener una identidad clara basada en Aquel que nos creó. En el capítulo 2, verso 9 lo dice claramente y nos enseña que ya somos, por medio de Cristo, su pueblo escogido. Una nación Santa, separada y apartada, un pueblo especial, que cuenta con la responsabilidad de llevar buenas noticias a quienes las necesiten. Pero para poder dar a otros primero necesitamos conocer cuál es nuestra identidad en Cristo.

En este segundo día, meditando sobre nuestra identidad, quiero que recuerdes esto: tu identidad no está determinada por tu infancia, por lo que has vivido o por lo que otros han dicho sobre tu vida, sino por el precio de la sangre de Jesús, que te provee de una nueva naturaleza y una identidad única con un propósito determinado.

Te desafío a que en el día de hoy puedas tomar nota de tus atributos como hijo y como hija de Dios. ¿Qué cambio en tu identidad a partir de que te has encontrado con Jesús has visto en tu vida?

¡¡Nos vemos para la próxima!!