NT25 AYUNOMuestra

Día 11 - Víctor Arceo, Emprendedor + Intérprete en UPPERROOM

Lectura de hoy: Hechos 12-21

“Considero que mi vida no vale nada para mí; mi único objetivo es terminar la carrera y completar la tarea que el Señor Jesús me ha dado: la tarea de dar testimonio de las buenas nuevas de la gracia de Dios” Hechos 20:24.

En Hechos 20:24, el apóstol Pablo declara su compromiso con su propósito, mostrando una pasión por compartir la gracia de Dios que definió cada aspecto de su vida. Para una generación que enfrenta intensas presiones en torno a la carrera, la identidad y el éxito personal, las palabras de Pablo nos desafían a considerar dónde radica nuestro propósito más profundo. En lugar de buscar validación en las medidas de éxito del mundo, Pablo encontró su identidad en la misión de Dios, un propósito inquebrantable que le dio sentido a su vida incluso en tiempos de dificultad. Muchos de nosotros podemos encontrarnos haciéndonos grandes preguntas sobre nuestro rumbo, a menudo haciendo malabares con el deseo de obtener los dos: estabilidad e importancia.

El ejemplo de Pablo nos recuerda que el verdadero propósito no se encuentra en la ganancia personal; Más bien, está anclado en un llamado que va más allá del interés propio. “Considero que mi vida no vale nada para mí”, dice, indicando que la esencia de su vida no era lo que podía lograr, sino lo que podía dar al servicio de Cristo. Esta perspectiva ofrece libertad en un mundo que valora los logros y el estatus, el éxito se convierte en obediencia fiel en lugar de la acumulación de logros.

Siguiendo el ejemplo de Pablo, podemos ver que Dios nos llama a una carrera diseñada de manera única para cada uno de nosotros, donde cada paso, ya sea desafiante o gratificante, es una oportunidad para reflejar el amor y la gracia de Jesús. Para una generación impulsada por "me gusta, seguidores, influencia e impacto", las palabras de Pablo son una invitación a cambiar nuestro enfoque de las metas autoimpulsadas a un propósito mayor que pueda resistir los altibajos de la vida. Vivir con este propósito nos empodera para enfrentar las dificultades sin perder la esperanza y para celebrar los éxitos sin ser consumidos por ellos. Cuando la identidad y el significado están arraigados en el llamado de Dios, hay una paz profunda que no vacila con las circunstancias. Reflexiona y ora acerca de tu propósito. Considera preguntarte: ¿Qué es lo que más persigo en mi vida? ¿Dónde encuentro mi identidad y mi valor? Pídele al Espíritu Santo que te revele cualquier área en la que puedas estar buscando validación o éxito aparte de Él.