Salmo 16: Dios Es Nuestra Confianza, Protección Y EsperanzaMuestra
La sujeción del creyente a Dios
Oh alma mía, dijiste a Jehová: Tú eres mi Señor; no hay para mí bien fuera de ti. Este salmo resalta el Señorío de Dios que David reconocía sobre él. David muestra que reconoce la autoridad de Dios sobre su vida y su disposición a sujetarse en obediencia a Dios.
La sujeción y la obediencia está influida por la confianza. Es muy difícil obedecer y sujetarse a la autoridad de alguien en quien no se confía. Por la tanto, la aceptación del señorío de Dios sobre David, es una consecuencia de su fe.
Por otra parte, David reconoce que todo lo bueno que ocurre en su vida proviene de Dios; por lo tanto, es sabio sujetarse a Aquel que tiene la capacidad y la intención de darme todo lo bueno que yo necesito.
Como reconocimiento del Señorío de Dios en su vida, David se deleita en la compañía de los santos. Para los santos que están en la tierra, y para los íntegros, es toda mi complacencia; y se niega a participar con aquellos que adoran a dioses paganos. Se multiplicarán los dolores de aquellos que sirven diligentes a otro dios. No ofreceré yo sus libaciones de sangre, ni en mis labios tomaré sus nombres. No ofreceré yo sus libaciones de sangre.
Así que David resiste la presión de unirse a la idolatría de su tiempo. Y está dando al pueblo la salida para resistir, rogando a Dios que los guarde.
David se niega a aceptar otro señorío que no provenga del mismo Dios de Israel. El Señor (Jehová) es el lote de mi heredad y mi copa; mi suerte está en tu mano.
David proclama que sólo pertenece al Señor (en la misma línea de Números 18:20). Cuando se dividió la tierra se echaba a suertes usando unos dados metidos en una copa (Josué13-21). A quien le tocaba un terreno sin piedras, y más aún si le tocaba una fuente, podía decir que le gustaba su herencia. David se identifica con el levita; ninguno de los dos tiene necesidad de copa, porque no desea un trozo de tierra, ya que ambos han recibido en suerte una realidad mayor, el Señor mismo, preferido a todo lo demás.
David mismo, esto es, en su alma (Salmo 16:1-2), en su ser interior, expresa al Dios del pacto, tú eres mi Dios (el que me salva), y tú eres mi Señor (el que gobierna mi vida). David no solo reconoce a Dios diciendo tu eres el Adonai, sino tu eres mí Adonai. Tu eres mío, dice el salmista a su Dios y Señor. El Adonai lo tomó como posesión suya, lo apartó para él, y ahora David lo conoce como su Dios, su “posesión”. Hay en David una entrega total. El Dios del pacto, es su Dios y su Señor.
Escrituras
Acerca de este Plan
El Salmo 16 constituye un diálogo gozoso con Dios; un diálogo muy íntimo, personal y profundo, que refleja confianza, obediencia y esperanza en Dios. En este salmo David nos enseña que no necesitamos de nada ni de nadie más que Dios para estar completos, para ser felices, pues Dios es suficiente. No necesitas apoyarte en nada ni en nadie fuera de Dios para tener fortaleza en medio de las dificultades, o para experimentar un gozo real y una verdadera paz mental.
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Nos gustaría agradecer a Arnoldo Arana por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://vidaefectiva.com/