La Voluntad Del PadreMuestra

¿La salvación da inicio cuándo? ¿Cuando digo: "Señor, perdóname todos mis pecados"? No. La salvación comienza cuando reconozco el señorío de Cristo sobre mi vida. No se trata simplemente de repetir unas palabras; se trata de reconocer Su autoridad sobre nosotros. De nada sirve decirle a alguien: “Repite conmigo: Señor Jesús, te pido perdón por todos mis pecados, te acepto como el Señor de mi vida”, si no lo cree. No hay nuevo nacimiento en una mera repetición.

¿Cuándo nació de nuevo Saulo? En el momento en que cayó del caballo y dijo: “¿Quién eres, Señor? ¿Qué quieres que haga, Señor?”. No tuvo que hacer una oración formal, pero reconoció automáticamente a Dios. Ahí está el nuevo nacimiento: en el reconocimiento de Su señorío.

Hoy día, mucha gente piensa que la iglesia necesita un avivamiento. Pero la iglesia de Jesucristo, que somos usted y yo, los que estamos en Cristo, no necesita un avivamiento, porque un avivamiento implica dar vida a lo que no la tiene. Y la iglesia está viva, porque tiene la vida de Cristo.

Lo que la Iglesia necesita es despertar a las realidades que ya se nos han dado. Necesitamos que se abran nuestros ojos a la plenitud de Cristo. Por eso hablamos de propósito eterno, pero, por favor, entendamos bien: no se trata de usar una frase de moda para desgastarla o malinterpretarla. No, yo no quiero eso.

Lo que sí quiero es que entendamos el propósito eterno. Necesitamos limpiarnos de cosas que la religión ha implantado en nuestro subconsciente y que no son verdad. Necesitamos deshacernos de la idea errónea de que Dios está para nosotros, cuando en realidad nosotros estamos para Él.

Debemos despojarnos de estas falsas creencias para ser efectivos en el propósito para el que fuimos escogidos. Sí, necesitamos abrazar el corazón del propósito eterno. Y esto es lo que llamamos nueva reforma.

La nueva reforma es necesaria porque nos hemos alejado de Cristo, nos hemos alejado del propósito eterno y de la realidad plena de Cristo en nuestras vidas.

No estamos en contra de las redes sociales, todo lo contrario: debemos aprovecharlas para predicar a Cristo. Pero si observamos detenidamente, nos damos cuenta de que muchos mensajes que se enseñan están alejados de Él. Por eso, se requiere una nueva reforma, un cambio que nos lleve a entender que todas las cosas deben ser reconciliadas con Cristo, porque ese es el deseo de Dios.

El propósito eterno es la voluntad amorosa del Padre de darse a conocer a través del Hijo, quien se ha impartido a Su iglesia, la cual es Su cuerpo, para que Él sea el todo en todos.

Debemos entender que la iglesia de Dios es perfecta. Nuestro anhelo es ser como los de Berea. En Hechos se nos dice que la iglesia en Berea recibía la palabra con entusiasmo y ganas, pero luego examinaba las Escrituras para comprobar que lo que se predicaba era verdad. Nosotros debemos hacer lo mismo: recibir con disposición, abrazar y analizar lo que escuchamos.

No venimos con la actitud de juzgar todo lo que el predicador dice, pero sí debemos abrazar aquello que está acorde con las Escrituras y con el entendimiento de Cristo. Tenemos el derecho de juzgar sistemas, no personas, porque no conocemos el corazón de las personas. Pero sí podemos evaluar los sistemas.

La iglesia de Dios es perfecta: sin mancha, sin arruga. Esa es la iglesia gloriosa. El sistema religioso, sin embargo, es otra historia. Cuando hablamos de una nueva reforma, nos referimos a que los que formamos parte de esta iglesia gloriosa volvamos al principio, a Cristo.

Finalmente, es importante entender que la iglesia no nació en la época de los Hechos de los Apóstoles, sino que fue concebida en Cristo desde antes de la fundación del mundo.