Cuando La Noche Oscura ContinúaMuestra
Uno de los soldados de Joab, deteniéndose junto al cuerpo de Amasá, exclamó: «¡Todos los que estén a favor de Joab y apoyen a David, sigan a Joab!». Como el cuerpo de Amasá, bañado en sangre, había quedado en medio del camino, todas las tropas que pasaban se detenían para verlo. Cuando aquel soldado se dio cuenta de esto, retiró el cuerpo hacia el campo y lo cubrió con un manto (2 Sam. 20:11-12).
¿No te parece esto increíble? Cubren el cuerpo con un manto, como si el pecado lo pudiéramos cubrir con un manto o con “hojas de higuera”. El arrepentimiento, no se trata simplemente de pedir perdón y seguir como si nada. No. Arrepentirse significa llorar, cambiar, darle un giro completo a nuestra vida; no se trata de ponerles “trapitos encima” a nuestros pecados.
«Luego de que Amasá fue apartado del camino, todas las tropas siguieron a Joab para perseguir a Sabá, hijo de Bicrí. Sabá recorrió todas las tribus de Israel hasta llegar a Abel Betmacá, y allí todos los del clan de Bicrí se le unieron» (versículos 13-14).
Sabá, sin duda, era un personaje persistente. Recorrió todas las tribus de Israel para persuadirlas de ir en contra de David. ¿Cuál fue el resultado de la travesía de este hombre? Aunque aparentemente, en público, las tribus decían estar con él, en privado nadie aceptó. Solo las personas de su clan lo siguieron.
Finalmente, las tropas de Joab llegaron a la ciudad de Abel Betmacá y la sitiaron. Construyeron una rampa contra la fortificación para atacar, y cuando los soldados comenzaron a derribar la muralla, una astuta mujer de la ciudad les gritó: «Escúchenme, díganle a Joab que venga acá, que yo puedo hablar con él».
Una astuta mujer de la ciudad. Ni siquiera sabemos su nombre. La Biblia no nos deja saber cómo se llamaba. Solo sabemos que era astuta, que era una mujer inteligente, y a veces creemos que la astucia está reservada solo para ciertas personas. Pero aquí aparece una mujer que pretende hablar con el comandante en jefe, y no solo con cualquier comandante, sino con Joab. ¡Qué difícil posición para esta mujer¡, la astucia y el valor que debía tener para decirle algo importante a un hombre con los antecedentes, la trayectoria y las condiciones de Joab. Recordemos que Joab venía de matar a un general; es decir, lideraba desde una posición de temor para sus adversarios.
Además, este hombre no había llegado a negociar con nadie. Él había llegado a destruir una ciudad fortificada, y no le importaba que lo fuera. «Joab se le acercó. “¿Es usted Joab?”, preguntó la mujer. “Así es”, respondió. Entonces la mujer dijo: “Ponga atención a las palabras de su sierva”. “Te escucho”, respondió Joab» (versículo 17).
Ella continuó diciendo: «¿Por qué quiere destruir la heredad del Señor?». Habla de Dios, y si habla de Dios en esos términos, es porque seguramente tenía temor de Dios. En contraste, Joab no fue buscando una posición de negociación o concertación. «¡Que Dios me libre!», dice Joab. «¡Que Dios me libre de arrasar y destruir la ciudad! No he venido a eso, sino a capturar a un hombre llamado Sabá, hijo de Bicrí, de la Sierra de Efraín, que se ha sublevado contra el rey David. Si me entregan a ese hombre, me retiraré de la ciudad». «Muy bien», respondió la mujer. «Desde la muralla arrojaremos su cabeza» (2 Sam. 20:17-21).
¿Qué hacen las personas astutas e inteligentes como esta mujer? La Biblia nos da un claro ejemplo: deben tomar decisiones, y a veces decisiones difíciles. Como vemos, esta mujer tomó una decisión muy difícil: enfrentarse al complicado Joab y entablar un diálogo de conciliación. Esta es la valentía que debemos tener hoy día los creyentes frente a los tiempos tan complejos que estamos viviendo.
¡Medita en esto!
"Y Jehová va delante de ti; él estará contigo, no te dejará, ni te desamparará; no temas ni te intimides" (Deut. 31:8).
Escrituras
Acerca de este Plan
Una pregunta a modo de apertura para nuestro tiempo devocional sería: ¿Puede haber algo que nos aparte de Dios, a pesar de que las Escrituras nos dicen que nada nos podrá apartar de su amor? Al reflexionar sobre esto, yo creería que sí hay algo que podría apartarnos de Dios: nuestro terco y obstinado corazón, que no acepta una realidad que le permita disfrutar del amor de Dios. Tenemos un enemigo dentro de nosotros, y necesitamos descubrir cómo moldearlo, porque nuestro corazón sí puede desviarse, apartarse y alejarse del amor de Dios .
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