Cuando La Noche Oscura ContinúaMuestra
“Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó” (Rom. 8:37).
Una pregunta a modo de apertura para nuestro tiempo devocional sería: ¿Puede haber algo que nos aparte de Dios, a pesar de que las Escrituras nos dicen que nada nos podrá apartar de su amor? Al reflexionar sobre esto, yo creería que sí hay algo que podría apartarnos de Dios: nuestro terco y obstinado corazón, que no acepta una realidad que le permita disfrutar del amor de Dios. Tenemos un enemigo dentro de nosotros, y necesitamos descubrir cómo moldearlo, porque nuestro corazón sí puede desviarse, apartarse y alejarse del amor de Dios (Jer. 17:9-10).
Todos, de alguna forma, pasamos por momentos en los que vivimos situaciones complejas; como si asimiláramos esto a una noche oscura, o una larga noche fría. En el fondo, deseamos que amanezca pronto, pero, en lugar de eso, las cosas se vuelven más complejas; por ejemplo, una enfermedad, una situación laboral o familiar.
Para David hubo momentos difíciles en los que su noche oscura continuaba. Su hijo Absalón había muerto luego de un intento fallido por destronarlo del reino. Pero no había pasado esta calamidad en su vida, y como una tormenta repentina, se inicia otra situación de dolor.
“Aconteció que se hallaba allí un hombre perverso que se llamaba Sabá, hijo de Bicri, hombre de Benjamín, el cual tocó la trompeta y dijo: No tenemos nosotros parte en David, ni heredad con el hijo de Isaí. ¡Cada uno a su tienda, Israel! Así, todos los hombres de Israel abandonaron a David, siguiendo a Seba, hijo de Bicri; más los de Judá siguieron a su rey desde el Jordán hasta Jerusalén” (2 Sam. 20:1-2).
Aquí se gesta una situación donde se menciona que un nuevo personaje aparece en la vida de David como una “tormenta repentina”, esta vez un hombre perverso, malvado, se levantó una vez más en contra de David, el rey establecido por Dios para dividir a su pueblo. Todos los israelitas, las diez tribus de Israel, abandonaron a David y siguieron a este malvado personaje, sin considerar que recientemente Absalón, quien se levantó en contra del ungido del Señor, había perecido por rebelarse contra el rey.
Por otro lado, la tribu de Judá se mantuvo fiel a David, su rey, y lo acompañó desde el Jordán hasta Jerusalén. El rey David, destrozado por la muerte de su hijo, tuvo que hacer una nueva entrada a la ciudad santa de Jerusalén, luego de haber huido meses atrás a causa de la rebelión de su hijo. Y el reino, una vez más, se ve enfrentado a una división.
Uno se atrevería a pensar, frente a una situación tan compleja: ¿quiénes eran los tercos aquí? El pueblo de Israel, un pueblo duro y difícil de corazón, que se dejó liderar por un hombre que era un mal referente, un mal tipo, una mala persona. Un líder destructivo que convoca nuevamente al pueblo a sublevarse frente a su rey, y de paso, frente a su Dios. Lo lamentable es saber que, finalmente, el pueblo de Israel le prestó atención a este líder rebelde.
¿Qué tal tú? ¿Te has visto enfrentado a una situación como esta, donde tal vez te sientes persuadido a seguir a la multitud en lugar de lo que sabes que Dios te ha dicho que es correcto? ¿Has conocido personas que intenten persuadir a otros a hacer el mal en lugar de lo correcto?
¿Cómo podríamos personalizar una situación como esta? ¿Qué podríamos describir frente a lo que enfrentó David? David no se encontraba en las mejores condiciones, no obstante, ahora debe enfrentar una nueva situación desafiante.
¿Te ha pasado que estás enfrentando una situación complicada y, de repente, viene un momento duro, y después otro, y otro más, y sientes que ya no sabes cómo resolver la vida, que no sabes qué hacer, y que prefieres que otros decidan por ti?
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Escrituras
Acerca de este Plan
Una pregunta a modo de apertura para nuestro tiempo devocional sería: ¿Puede haber algo que nos aparte de Dios, a pesar de que las Escrituras nos dicen que nada nos podrá apartar de su amor? Al reflexionar sobre esto, yo creería que sí hay algo que podría apartarnos de Dios: nuestro terco y obstinado corazón, que no acepta una realidad que le permita disfrutar del amor de Dios. Tenemos un enemigo dentro de nosotros, y necesitamos descubrir cómo moldearlo, porque nuestro corazón sí puede desviarse, apartarse y alejarse del amor de Dios .
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