Cuando La Noche Oscura ContinúaMuestra
Luego, el rey ordenó a Amasá: «Moviliza a las tropas de Judá y preséntate aquí con ellas dentro de tres días». Amasá salió para movilizar a las tropas, pero no cumplió con el plazo (2 Sam. 20:4-5).
David como todo estratega militar, era un hombre inteligente, además de astuto, tal como debemos ser los creyentes: astutos, para evitar el pecado, pues como sabemos el pecado busca nuestra destrucción.
David era un General, un hombre formado para la guerra, que había enfrentado muchas. Por otro lado, Amasá había sido el general en jefe de las fuerzas de Absalón, aquellas mismas que se habían levantado en contra de David y fueron a la guerra contra sus hermanos, el ejército de Judá. Sin embargo, David ahora dice: "Ya no quiero más guerra, quiero mostrar una posición de conciliación, de negociación". Por eso, estratégicamente, pensó en poner como comandante en jefe a Amasá.
El rey le pidió que reuniera todas las tropas como parte de su nueva posición, pero Amasá no cumplió con la orden del rey, como nos dice nuestro texto. Frente a esta situación, David le dice a Abisay, uno de los generales más cercanos a él (versículos 6-7): «Ahora Sabá, hijo de Bicrí, va a perjudicarnos más que Absalón. Así que hazte cargo de la guardia real y sal a perseguirlo, no sea que llegue a alguna ciudad fortificada y se nos escape». Entonces, los soldados de Joab, junto con los quereteos, los peleteos y todos los oficiales, bajo el mando de Abisay, salieron de Jerusalén para perseguir a Sabá, hijo de Bicrí.
David está en una posición muy difícil; sigue en medio de su noche oscura, el reino se había dividido frente a sus ojos. La credibilidad del rey no estaba pasando por su mejor momento. Nombró a Amasá como general para que organizara nuevamente el ejército, pero él no cumplió. Entonces, David toma una nueva decisión y, como líder, le pide a Abisay: "Por favor, ve a buscar a Sabá, no se puede escapar; podría llegar a una ciudad fortificada, y no quiero que se escape".
David toma decisiones rápidamente. Decisiones difíciles en medio de una situación complicada, como nos sucede muchas veces, cuando no nos hemos podido recuperar de una situación y ya viene otra que nos exige. Porque el pecado está todo el tiempo tocando nuestra puerta, disfrazado de diferentes maneras. El pecado no se cansa. Si hay alguien insistente en hacernos pecar, es nuestro adversario, el diablo, que busca capturar lo que le interesa: tu corazón (1 Pedro 5:8).
Continuando con la historia sabemos que: «Al llegar a la gran roca que está en Gabaón, Amasá le salió al encuentro. Joab tenía su uniforme ajustado con un cinturón, y ceñida al muslo llevaba una daga envainada. Pero, al caminar, la daga se le cayó» (versículo 8).
Amasá y Joab se encuentran, vestidos con sus uniformes de guerra y sus cintos con las armas puestas, listos para grandes travesías y batallas. «Con la mano derecha, Joab tomó a Amasá por la barba para besarlo, mientras preguntaba: “¿Cómo estás, hermano?”. Amasá no se percató de que Joab llevaba una daga en la otra mano. Joab se la clavó en el vientre, y las entrañas de Amasá se derramaron por el suelo. Amasá murió de una sola puñalada. Luego, Joab y su hermano Abisay persiguieron a Sabá, hijo de Bicrí» (versículos 9-10).
Los relatos bíblicos nos cuentan que Joab era un personaje muy complicado. Era un hombre de guerra, un general perspicaz. Esto nos permite deducir que no se le cayó la daga por accidente o torpeza.
¿Por qué mató Joab a Amasá? Por varias razones. Primero, porque era un hombre vengativo con una despiadada devoción por David, lo que indica que tenía motivaciones equivocadas. Entregaría su vida por David, pero no obedecía, se dejaba llevar por su propio parecer. Otra razón para cometer este crimen era que Amasá había sido el comandante en jefe de las fuerzas que se levantaron contra David. Para Joab, no era concebible que aquel que antes había sido traidor ahora le diera órdenes. Y, finalmente, porque Joab buscaba una vez más la unificación de todas las fuerzas militares bajo el mando de David.
¿Qué revela esta verdad? Nos permite conocer el perfil de aquellas personas que son leales, pero desobedientes. Lo triste es saber que existen algunos cristianos que son así: defienden la palabra, defienden ir al culto los fines de semana, pero su comportamiento interno es muy diferente.
¿Qué hay de ti? Al conocer este tipo de historias en la Biblia y al evaluar tu relación con Dios a pesar de las circunstancias.
¡Medita en esto!
Escrituras
Acerca de este Plan
Una pregunta a modo de apertura para nuestro tiempo devocional sería: ¿Puede haber algo que nos aparte de Dios, a pesar de que las Escrituras nos dicen que nada nos podrá apartar de su amor? Al reflexionar sobre esto, yo creería que sí hay algo que podría apartarnos de Dios: nuestro terco y obstinado corazón, que no acepta una realidad que le permita disfrutar del amor de Dios. Tenemos un enemigo dentro de nosotros, y necesitamos descubrir cómo moldearlo, porque nuestro corazón sí puede desviarse, apartarse y alejarse del amor de Dios .
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