Cuando La Noche Oscura ContinúaMuestra
“Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo” (2 Cor. 12:9).
¿Al estudiar a fondo la actuación de Sabá frente a la vida y liderazgo de David, si pudiéramos personificar de alguna forma la actuación de este hombre? Yo le llamaría a esto pecado. El pecado es un amo del disfraz y nos ataca en cualquier momento. En los momentos en que tal vez nos sintamos más fuertes o en los momentos que nos sentimos más débiles. Lo cierto es que estamos en una batalla frente al mal, frecuentemente el pecado adquiere nuevos rostros y reaparece en nuestras vidas, el pecado no da tregua y no debemos acariciarlo. Lo interesante es poder reconocer ante el Señor nuestra debilidad, porque cuando reconocemos nuestra debilidad es que aparece la fortaleza del Señor, no antes.
Algo interesante al observar este momento de noche oscura para David es ver como el actúo al regresar a palacio y ver la forma como el manejó parte de la crisis, luego de que él se diera cuenta que su hijo Absalón se había acostado con todas sus concubinas en una tienda sobre la azotea del palacio frente a todo Israel (2 Sam. 16:22).
“…Cuando el rey David llegó a su palacio en Jerusalén, sacó a las diez concubinas que había dejado a cargo del palacio y las puso bajo vigilancia. Siguió manteniéndolas, pero no volvió a acostarse con ellas. Hasta el día de su muerte, quedaron encerradas y viviendo como si fueran viudas” (2 Sam. 20:3).
La pregunta es, ¿qué tenían que ver estas mujeres con los conflictos por el poder? Lo único que sabían hacer era caso, estar dispuestas y disponibles para cuando el rey las llamara; debido a que habían sido preparadas para ser concubinas del monarca de turno según la tradición de la época. ¿Cuál sería su realidad a partir de ese momento, vivir como viudas, encerradas, sin derecho a una vida pública? Si te das cuenta estas pobres mujeres no eran sino víctimas de las injusticias y el pecado de otros; en este caso de Absalón y David.
¿Qué nos enseña esto? Que muchas veces sin que nos lo preveamos o nos lo propongamos, o sin que lo analicemos, nuestro pecado afecta indefectiblemente la vida de otras personas, personas que a lo mejor amamos o son cercanas a nuestra vida.
¿Qué tal tú? Logras ver las devastadoras consecuencias directas e indirectas de nuestros pecados sobre la vida de otros, tal vez personas que amamos. Lo cierto es que el pecado no se puede tapar. No hay donde escondernos de lo que hagamos mal.
Escrituras
Acerca de este Plan
Una pregunta a modo de apertura para nuestro tiempo devocional sería: ¿Puede haber algo que nos aparte de Dios, a pesar de que las Escrituras nos dicen que nada nos podrá apartar de su amor? Al reflexionar sobre esto, yo creería que sí hay algo que podría apartarnos de Dios: nuestro terco y obstinado corazón, que no acepta una realidad que le permita disfrutar del amor de Dios. Tenemos un enemigo dentro de nosotros, y necesitamos descubrir cómo moldearlo, porque nuestro corazón sí puede desviarse, apartarse y alejarse del amor de Dios .
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