La Esperanza en Tu TristezaMuestra

La tristeza es un síntoma de todo ser humano frente a la realidad de vivir en un mundo caído, pero en Cristo, podemos vivir con gozo.

Todo ser humano experimenta tristeza en este mundo caído. Nos es natural sentirnos tristes, ya sea por consecuencia de nuestras decisiones, otras veces puede ser causada por otros; algunas ocasiones nos parece justo, mientras que otras no; también puede surgir por cosas imaginarias.

Así que, podemos estar tristes por una gran variedad de razones; sin embargo, la pregunta es: ¿A dónde te lleva esta tristeza? ¿Te lleva a Dios o a ti misma? Es decir: ¿Te lleva a creer y descansar en las promesas de Dios? O, ¿te lleva a quejarte, culparte o culpar a otros y amargarte?

Dicho esto, la tristeza encuentra su descanso en la soberanía de Dios. Vivimos en un tiempo en el que las emociones son consideradas más importantes que la verdad racional y comprobable. Por lo tanto, no es extraño pensar que si la realidad no se alinea con lo que queremos, nos entristezcamos. Así que, si nuestro corazón no está asombrado de quién es Dios, la tristeza que sentimos se parece más a un síntoma de desánimo y turbación por no comprender y aceptar su soberana voluntad.

Nuestra alma se desespera y se turba dentro de sí, cual grito desesperado en medio de la soledad. Pero, ciertamente, no estamos solas y jamás lo estaremos. Las situaciones que nos acontecen están bajo la soberanía y control de Dios; muchas veces no nos gusta lo que Él permite, pero si vemos más de cerca quién es y reconocemos que Él es bueno a pesar de lo que ha sucedido, encontremos consuelo a nuestra tristeza. Es por lo que el salmista rápidamente dice que puede esperar en Dios para alabarle otra vez. En esto nos regocijamos, dijo Pablo, en que las pruebas producen en nosotras un carácter semejante al de Cristo.

• Aprende: ¿Qué es la tristeza?
• Vive: Lee todo el Salmo 42 y encuentra las perlas que Dios te da para lamentarte delante de Él.
• Lidera: Invita a otra hermana a leer este Salmo contigo.

Oración

Amado Dios, gracias porque Tú estás con nosotras y sabemos que, aunque esta tristeza nos duele mucho, tu verdad es más grande que nuestra realidad, y en ella encontramos libertad, refugio y esperanza. Ayúdanos a recordar tu Palabra, mientras derramamos nuestras lágrimas delante de Ti, pues sabemos que las recibes y recoges para secarlas con tu Palabra. En Cristo. Amén.