Comienza en ti, no en la iglesia

Muchas veces, cuando pensamos en la palabra avivar, nos imaginamos que en un templo descenderán lenguas de fuego de los cielos, comenzaré a realizar movimientos y hablaré en formas que las personas no entiendan.

Pero, debemos cambiar nuestro enfoque y entender que el avivar significa volver a la vida.

Pueden existir tres avivamientos, el avivar lo que ya estaba muerto, el avivar aquello que fue y está en proceso de dejar de ser, y, por último, está el avivar algo que no existía

Si algo está muerto es porque alguna estuvo viva, allí Dios puede soplar aliento de vida, como lo hizo con Lázaro, que después de cuatro días volvió a estar con los suyos, o como la hija de Jairo, o como cuando David se alejó de Dios y volvió a Él cuando su pueblo fue secuestrado. ¿Qué está muerto en tu vida que necesitas que Dios sople?

También, está aquello que tienes, pero está en proceso de desvanecerse y te está llevando al desánimo. Cuando se observa que esto está pasando es por factores internos (como una herida, el rechazo, el abandono) y externos (como un golpe económico, una familia rota, un problema de salud, entre otros) lo cual puede estar generando una raíz de amargura que estás dejando crecer. ¿Qué está en proceso de morir en tu vida que necesitas que Dios sople?

Por último, existe aquello que no conocías que estaba, pero que Dios quiere despertar y avivar en tu vida, como lo hizo con los creyentes en Hechos 4, donde el pueblo se movió a predicar con valentía. Pídele a Dios que avive aquello que Él quiere que se avive en ti para ser parte obra.

Debemos recordar que Dios, Cristo y el Espíritu Santo son el Evangelio de las buenas nuevas y el avivamiento de una nueva vida.