No temerá mi corazónMuestra

Oye, oh, Jehová, mi voz con que a ti clamo;

Ten misericordia de mí, y respóndeme.

Mi corazón ha dicho de ti: Buscad mi rostro.

Al leer los versículos de los días anteriores uno podría pensar que todo era fácil para David, uno podría pensar que él no tenía luchas consigo mismo o dudas acerca de Dios, y aunque la primera parte de este salmo podría hacernos creer que para David dejar su vida y su confianza en manos de Dios era sencillo; en los versículos de hoy podemos ver cómo muchas veces hasta el mismísimo David sentía que Dios no lo escuchaba.

También podemos ver el tono de ansiedad en el clamor de David. Para David lo más importante en la vida era que Dios le prestara Su oído. No le interesaba escuchar lo que sus enemigos tenían para decir, no le interesaba tener el oído del resto de los seres humanos. A David le interesaba que solo Dios prestara Su oído ante su clamor. No buscaba la misericordia ni en favor de nadie más. En momentos de angustia, dolor y preocupación, el clamor a Dios es una herramienta poderosa que nos puede ayudar a encontrar paz y consuelo en medio de las pruebas.

Algo muy importante que debemos entender es que Dios siempre está atento a nuestro clamor, porque nos creó para amarnos. Él conoce nuestros altibajos, lo bueno y lo malo, los valles y las montañas. Dios conoce cada detalle de nuestras vidas y aun así nos ama. En este Salmo David clama por misericordia, pero ¿qué es la misericordia? Misericordia representa el trato compasivo que se da a una persona más allá de sus méritos. Misericordia es cuando Dios no nos da lo que sí nos merecemos. Nosotros somos malos por naturaleza, condenados a caer una y otra vez en pecado y a inclinar nuestro corazón a hacer lo malo. Sin embargo, Dios en bueno y en su misericordia nos permite conocer su bondad. Santiago 1:17 dice "Todo lo que es bueno y perfecto es un regalo que desciende a nosotros de parte de Dios nuestro Padre, quien creó todas las luces de los cielos. Él nunca cambia ni varía como una sombra en movimiento".

David lejos de pensar que era merecedor de la misericordia de Dios, se reconocía así mismo como pecador. Él sabía que con sus fuerzas era imposible derrotar a sus enemigos y en su debilidad decide inclinar su mirada hacia el cielo con humildad, aceptando que lejos de Dios nada podía hacer. Buscar el rostro de Dios significa buscar Su presencia y aprender de Él. Dios nos posiciona para recibir Su instrucción. Su guía proviene de la Palabra. Buscar el rostro de Dios implica descubrir su voluntad para nuestras vidas, y su voluntad esta expresa en la biblia. Allí es en donde nosotros encontramos nuestro diario vivir. La palabra no nos hace ningún bien cuando nosotros mismos no aceptamos la exhortación.

Dios siempre está dispuesto a escucharnos y nos invita a buscarlo. Es normal sentir, de a momentos, que Dios se esconde de nosotros y es normal suplicar a Dios "No escondas tu rostro de mí". Tomemos el ejemplo de David y ante la duda y la angustia no nos enojemos con Dios, no nos alejemos ni nos volvamos contra Él; que en nuestra decepción podamos buscar a Dios con mayor diligencia, esmero y desesperación porque, aunque a veces pareciera que Dios esconde su rostro, siempre que lo busquemos de corazón su presencia nos rodeará.

Las aflicciones y tristezas tarde o temprano llegan. Las decepciones siempre están a la vuelta de la esquina. Son inevitables. Cuando las decepciones y tristezas pisen nuestros talones debemos estar seguros de qué decisión tomar. Las angustias son sobre todas las cosas, una oportunidad para buscar a Dios de manera sincera y genuina.

Que hoy podamos pedirle a Dios que las tristezas, que inevitablemente van a llegar a nuestra vida, lejos de apartarnos de su lado refuercen nuestra relación y confianza en Él y que, en las tormentas, nos ayude a anclar nuestra vida a su bondad y a su palabra. Que podamos buscar el rostro y la voluntad de Dios en los momentos de dificultad.