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Cuando Pablo habla de los sufrimientos de Cristo derramándose en nuestras vidas, el podría indicar algunas ideas sobrepuestas: 1. Sufrimientos a cuenta de Cristo. 2. Sufrimientos ordenados para nosotros por Cristo. 3. Sufrimientos asociados con Cristo. 4. Sufrimientos como los que sufrió Cristo.[1] Lo que creo importante saber para nosotros como creyentes es que sufriremos algunas cosas que son distintivas a nuestra asociación con Cristo. Muchos cristianos sufren de severa persecución alrededor del mundo mientras otros sufren menos, pero aun es doloroso, en vías de su fe. Pablo se dio cuenta que hay cierta comunión que toma lugar con Jesús en tiempos de sufrimiento, porque nadie conoce mejor de sufrimiento como Él lo conoce.

Aún no he conocido una persona que disfrute sufrir, pero he conocido muchas que han encontrado intimidad con Jesús en medio de su dolor. Hay ciertas partes de Jesús que simplemente no puedes conocer en el camino fácil, y una vez que has probado ese acercamiento con Él, no lo cambiarías por el camino suave. Adicional de experimentar una comunión especial con Jesús (Flp. 3:10), Pablo revela otra razón del por qué el sufrimiento trae bendición.

Cada vez que los sufrimientos de Cristo sobreabundan en nuestras vidas, lo que sobreabunda en nosotros es el consuelo de Dios (2 Cor. 1:5). ¡Esto es increíble!

Una de las declaraciones más hermosas en toda la Escritura es encontrada en el verso 4, " quien nos consuela en todas nuestras tribulaciones para que, con el mismo consuelo que de Dios hemos recibido, también nosotros podamos consolar a todos los que sufren" (NVI). Cuando atravesamos dificultad, es difícil ver afuera de nuestro dolor. Pero hayamos gran propósito en nuestro dolor cuando notamos que nuestras experiencias servirán como único consuelo a otros que están pasando pruebas similares.

El sufrimiento de Cristo y Su consuelo caminan juntos en nuestra vida, lado a lado. Como cristianos, nunca tenemos que sufrir sin el consuelo de Cristo, y yo creo que hay cierto consuelo que nunca conoceríamos sin Su sufrimiento. Si estás atravesando una prueba, tal vez una inaguantable más allá de tu habilidad de soportarla, toma del consuelo de Dios que corre directamente a través de la persona de Jesús hacia tu vida. Lo promete en medida de tu dolor. Cuando encuentras el consuelo de Dios, estarás impaciente de vendar las heridas de otra persona con un dolor similar, porque la naturaleza del consuelo de Dios es sobreabundante. Tendrás más que suficiente para compartir.

[1]David E. GarlandThe New American Commentary, Volume 20, 2 Corintios(Nashville: Broadman & Holman Publishers, 1999) publicado el 7 de Agosto 2017 via mywsb.com.