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El Deseo CumplidoMuestra

El Deseo Cumplido

DÍA 4 DE 5

Los anhelos del corazón

En nuestros corazones guardamos muchas cosas y una de ellas son nuestros anhelos. Creo que cada ser humano tiene, en lo más profundo de su ser, un espacio en el que abundan las ilusiones y los deseos. Algunos de estos son banales, de acuerdo a cuáles sean las prioridades en la vida. Pero otros son genuinamente buenos y libres de malas intenciones.

En el libro de Santiago leemos que muchas peticiones no son concedidas porque provienen de la codicia y de malos deseos. “Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar; combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís. Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites" (Stgo. 4:2-3).

Dios ve nuestro corazón y sabe cuál es la intención detrás de nuestros deseos. Pero no sólo eso, Él ve más allá y basado en su amor y su bondad, nos concede o no, lo que anhelamos. Una cosa sabemos, que Dios siempre nos oye, no sólo lo que le decimos con nuestras palabras y nuestras lágrimas, sino aquello que está en lo profundo de nuestro corazón.

Como vimos anteriormente, cuando Jesús oró al Padre en el momento que iba a resucitar a Lázaro, dijo las siguientes palabras: “Padre, gracias te doy por haberme oído. Yo sabía que siempre me oyes…” (Jn. 11:41-42). ¡Qué convicción! ¡Qué seguridad! ¿Será que sólo Jesús podía tener esa fe? ¿Podemos también tenerla nosotros?

Por supuesto que sí. Dice el salmo 10:17: “El deseo de los humildes oíste, oh, Jehová; Tú dispones su corazón, y haces atento tu oído". Creer que Dios nos oye es el primer paso para derramar nuestra alma delante de Él y poner ante su altar nuestras peticiones.

Por tanto, sabiendo que Dios siempre tiene atento su oído hacia sus hijos, que Él escucha nuestra oración, sintámonos en la libertad de contarle con sencillez de corazón y con humildad, el deseo que arde en nuestro corazón. El salmista le decía a Dios, “Señor, delante de ti están todos mis deseos, y mi suspiro no te es oculto" (Sal. 38:9). Eso es creer y saber que Dios conoce el anhelo de nuestra alma.

Cuando Dios nos concede lo que tanto hemos anhelado y por lo que tanto hemos rogado, ¡qué alegría, qué gozo! Nos sentimos consentidos, mimados, rebozamos de alabanzas y agradecimiento. La palabra GRACIAS es tan pequeña para todo lo que quisiéramos decirle al Señor, pero es la que mejor expresa lo que sentimos por la benevolencia y la misericordia de nuestro Padre.

Entonces comprendemos bien el dicho del proverbista: “La esperanza que se demora es tormento del corazón; pero árbol de vida es el deseo cumplido… El deseo cumplido regocija el alma" (Prov. 13:12,19).

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Acerca de este Plan

El Deseo Cumplido

Muchos son los deseos de nuestro corazón, Dios lo sabe y nos ha regalado la oración. Somos privilegiados porque nos permite llegar ante Él con nuestras peticiones y podemos tener expectativas de que las mismas serán contestadas. En este plan iremos a la Palabra para que nos aliente y nos ayude a seguir creyendo y esperando que nuestro deseo será cumplido de acuerdo a la buena voluntad de nuestro Padre.

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Nos gustaría agradecer a Grettchen Figueroa por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://facebook.com/GrettchenStage