El Deseo CumplidoMuestra
El deseo cumplido
Esperar es para algunos un verdadero martirio. La impaciencia los arropa y pareciera que la vida se les va si no tienen pronto lo que esperan. Para otros, con ya bastantes años de vida, el esperar con paciencia se ha hecho algo normal y rutinario.
De todos modos, sea que seamos pacientes o no, esperar con paciencia lo que se quiere, aquello por lo que oramos, y que anhelamos que se haga una realidad, requiere la ayuda del Señor. Sí, porque no es fácil, sobre todo cuando ansiamos lo que esperamos.
Hay deseos del corazón que son pronto cumplidos y cuando eso es así, qué bueno. Pero hay otras cosas que esperamos y que van a tomar tiempo en llegar. Por ejemplo, cuando Dios le prometió a Abraham que tendría una gran descendencia, este no sabía que pasarían 25 años para tener a Isaac el hijo de la promesa.
Este hombre de fe salió de la ciudad de Harán a los 75 años y su hijo nació cuando tenía 100 años. Por eso dijo Pablo, hablando de Abraham, que “creyó en esperanza contra esperanza" (Rom. 4:18). Cada vez que cumplía un año más se hacía más difícil creer, pero aun así seguía creyendo.
¿Qué hacemos con nuestra impaciencia, con nuestra frustración, con el agobio del alma cuando no vemos ni de lejos lo que tanto esperamos? Les hablo con el corazón porque sé lo que es esperar creyendo y al mismo tiempo dudando. He experimentado lo que es esperar desde una alta cima y, también, seguir esperando cuando todo parece decir que no vale la pena continuar la espera.
Es importante que sepamos que la paciencia es un Fruto del Espíritu Santo en nosotros. Es algo por lo que debemos orar, porque necesitamos que se manifieste en nuestras vidas para que podamos esperar en el Señor. También es necesario que nos nutramos de la Palabra de Dios porque en ella nuestra fe se fortalece y se disipan las dudas.
Cuando la Palabra del Señor está en nuestro corazón, es decir la leemos, la estudiamos, la valoramos, contamos con una fuente que continuamente alimenta nuestra fe. Ella nos ayuda a creer, porque como ella da testimonio de sí misma, “nunca pasará.”
¿Has leído Romanos 15:13? “Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo".
Es por el poder del Espíritu Santo en nosotros que podemos abundar en esperanza. Es porque el Dios de esperanza habita en nosotros que podemos ser llenos del gozo y la paz que sólo Él puede darnos.
Fruncir el ceño y tirar la toalla es algo muy común en los que no tienen a Dios morando en sus vidas. Pero, para los que hemos creído en el Dios que todo lo puede, en el Dios que nos da mucho más abundantemente de lo que pedimos o esperamos, esperar es seguir creyendo aun cuando sea difícil la espera.
El salmista decía: “Y ahora, Señor, ¿qué esperaré? Mi esperanza está en ti" (Sal. 39:7). Mantengamos nuestra esperanza en el Señor y sigamos esperando en Él, recordemos las palabras del rey David, quien dijo: “Pacientemente esperé a Jehová, y se inclinó a mí, y oyó mi clamor" (Sal. 40:1).
Acerca de este Plan
Muchos son los deseos de nuestro corazón, Dios lo sabe y nos ha regalado la oración. Somos privilegiados porque nos permite llegar ante Él con nuestras peticiones y podemos tener expectativas de que las mismas serán contestadas. En este plan iremos a la Palabra para que nos aliente y nos ayude a seguir creyendo y esperando que nuestro deseo será cumplido de acuerdo a la buena voluntad de nuestro Padre.
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Nos gustaría agradecer a Grettchen Figueroa por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://facebook.com/GrettchenStage