Tres Naranjas: La Voluntad De Dios Para TodosMuestra

Naranja 2: crecimiento

Dios quiere que cada uno tengamos una relación viva y creciente con Jesucristo. Esto no es solamente para el cristiano excepcional tipo «Seal» de las fuerzas especiales de la marina celestial, sino para cada hijo de Dios. Nos imaginamos que los «Seals» tienen algo único con Dios a lo que el resto de nosotros no tenemos acceso. Pero el crecimiento no solamente está reservado para algunos pocos escogidos. Todos podemos crecer, un paso de obediencia a la vez. Pablo dijo: «Porque ésta es la voluntad de Dios: su santificación» (1 Tesalonicenses 4:3), con lo cual establece claramente que Dios desea que todos crezcamos en santidad. El crecimiento es la voluntad general de Dios para todos sus hijos.

No solo Dios desea que crezcamos, nosotros también. Como creyentes, el Espíritu Santo vive en nosotros y sirve como una brújula para guiarnos a crecer conforme a los valores divinos. Nuestros deseos comienzan a cambiar, haciéndonos anhelar la santidad y no el pecado. El crecimiento no viene de cumplir con una lista de reglas, leer la Biblia o asistir a la iglesia. Proviene de un nuevo conjunto de valores que se viven de dentro hacia afuera. El crecimiento espiritual tiene su raíz en un cambio de valores. Cuando valoramos más a Dios y a Cristo, que cualquier otra cosa o que las urgencias del día, crecemos.

¿Valoro a Cristo sobre todo lo demás? Si lo hago, entonces lo que solían ser «deberes espirituales», se convierten en «cosas que deseo hacer», y comienzo a responder a Dios, no a partir de legalismo, sino de amor. Cuando juzgo que Él es más importante que cualquier otra cosa, crezco. Cuando digo: «Jesús, te valoro más que tres horas de televisión sin sentido», crezco. El valor que le dé a conocer a Jesús, determina qué tan genuinamente me relacionaré con Él. El ciclo de este proceso coomienza al tener en alta estima a Cristo, esto genera en mí un deseo de saber más de Él, y entre más sé de Él, más lo valoro. En pocas palabras, el valor precede a la acción. Así que a la primera «naranja» de la relación, le añado la segunda «naranja» básica del crecimiento. Dios desea que todos estemos en una relación creciente con Él; y sin importar nuestro lugar en la vida, Él lo pone a nuestra disposición.

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