Como Cristianos… Ayudamos A La Gente… A Ir Al CieloMuestra

Ayudamos a la gente...

Los cristianos definitivamente deberíamos ser las personas que más ayudan en cualquier comunidad. Somos impelidos a amar al pobre por medio de vestirlo, enseñarlo y alimentarlo. Eso significa que los alumnos cristianos deberían ver a su alrededor en la cafetería escolar para buscar a quien esté solo para preguntarle: «¿Te gustaría sentarte conmigo?». Significa que tu ropa que todavía está en buenas condiciones ya debería estar en los hombros de alguien más.

Una advertencia: si solamente ministras a los menos afortunados, puedes comenzar a tener una sensación falsa de impacto si nunca te encuentras socialmente en riesgo y siempre eres alabado por tu compasión. Todos alimentan a los desamparados los sábados por la mañana, pero eres considerado un fanático si el lunes le comentas a tu jefe algo sobre el cambio que Cristo ha hecho en ti. Por supuesto, es importante ministrar a los pobres, pero la voluntad de Dios es que impactemos al indigente y al jefe. El verdadero riesgo viene cuando ministramos a nuestros iguales o a alguien más alto que nosotros en la «cadena alimenticia» social. Es riesgoso porque podríamos perder estatus o respeto por causa de nuestras creencias. Con mucha frecuencia preferimos conformarnos con elevar el estatus físico de una persona durante unas horas.

No toda necesidad es física, ni todos los menesterosos son pobres. Como seres humanos tenemos necesidades en cada área: física, social, emocional y espiritual. La persona de impacto con discernimiento, ve la necesidad y da el paso para ayudar. El adolescente necesita amigos, pero también los deportes con frecuencia abren el camino a su corazón. La pareja casada necesita derretir un poco del «hielo que hay en casa», de modo que un oído amable puede mostrar las posibilidades de un matrimonio bajo el cuidado de Dios. Los desamparados no son los únicos en necesidad; hay abundancia de personas pudientes con necesidades también.

El punto es que, como cristianos, no debemos detenernos después de satisfacer las necesidades de corto plazo, ya que la ayuda de corto plazo nos permite tomar el siguiente (y escalofriante) paso de abrir la boca y compartir las afirmaciones de Jesús. Es bastante más fácil abrir la billetera, el armario o la cocina que tu corazón y tu boca. Como resultado, nos detenemos demasiado pronto, satisfechos con solamente hacer de esta Tierra «un lugar mejor desde donde irse al infierno».

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