Mi gran bocotaMuestra

Destrozando el chisme

Quizá al igual que tú, yo no creía tener un problema con el chisme. Cuando pensaba esto, imaginaba un grupo de otra gente bebiendo te helado y salpicando jugosos rumores. Cómo se trataba de otra gente, creí que no era relativo a mi. Luego miré más a fondo.

Existen dos factores primordiales que transforman una conversación en una sesión de chisme: cuando trato de verme mejor a expensas de otros y cuando estoy dando información vergonzosa sin el conocimiento o permiso de la otra persona. 

Cuando empecé a admitir esto sobre el chisme, recordé algunas conversaciones con mi esposa.

Cuando no fui tomado en cuenta para un ascenso, me consolé explicando por qué el otro no lo merecía.

Cuando nuestras finanzas no iban muy bien, se sentía mejor hablar del porqué la otra pareja tenía más dinero.

Cuando discrepábamos con alguien, preferíamos hablar con otra pareja sobre las razones del error de los otros en vez de discutir esos temas directamente.

El chisme me afecta—en gran manera. Cómo leemos en Santiago 3, si no puedo controlar mi lengua, el timón, toda mi vida puede perder su dirección. ¿Alguna vez sientes que tu gran bocota te aleja de Dios? Tengo buenas noticias: puedes destrozar el chisme de esta manera: Admite que es un pecado, delante de Dios y de los que amas. Luego, ora pidiendo ayuda y perdón. Pide al Espíritu Santo y a personas de confianza que te lo hagan notar cuando aflore. Finalmente, destrózalo orando nuevamente con honestidad y confesándolo 

-Michael, destructor del chisme

Ora: Dios, Tú conoces mi corazón. Revélame las maneras en que uso las palabras rebajando a otras personas para sentirme superior. Perdóname. Espíritu Santo, dame la fuerza para destrozar el chisme en mi vida. Amén.