EJERCICIOS ESPIRITUALES: Fortaleciendo nuestra relación con Dios.Muestra

LA ADORACIÓN Y ALABANZA: CONTEMPLANDO LA GRANDEZA DE DIOS.

El objetivo más importante por el cual nos ponemos en contacto con Dios es para adorarlo, entendiendo como adoración el contemplar y disfrutar de su presencia. “La adoración perfecta consiste en vivir continuamente en la presencia de Dios y disfrutar de la comunión continua con el Señor … Dios nos creó para que tengamos intimidad con Él. Eso es lo que es adoración: una relación íntima y continua con Dios” (Myles Monroe).

El poeta Max Lucado lo expresa de la siguiente forma: “La adoración es el acto de magnificar a Dios, de engrandecer nuestra visión de Él”. A. W. Tozer nos dice: “Creo que la adoración consiste en admirar la belleza asociada a Dios”. Eugene Petersen magníficamente lo expone de la siguiente forma: “… Es un tributo a Dios cuando Él se acerca”.

El rey David con su poesía, lo describe de la siguiente forma: “Una cosa he demandado a Jehová, esta buscaré; Que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida, Para contemplar la hermosura de Jehová …” (Salmo 27:4).

Es producto de ese continuo adorar a Dios en su presencia que vamos profundizando nuestro conocimiento de Él: “Cuando empiezo a conocer a Dios, comienzo a experimentar aspectos de su persona que aumentan mi apetito de conocerle más. Nunca tengo bastante de Dios. Empieza a crecer en mí el anhelo de estar cerca de Dios, y empiezo a reconocer que Dios está dentro de mí; y quiero experimentar a ese Dios que está en mi interior. Anhelo la manifestación de la presencia de Dios, un grado de comunión con Él que trascienda el mero conocimiento intelectual’ (A.W. Tozer).

Al contemplar la belleza y atributos de Dios, de nuestro corazón surge la alabanza. “La alabanza implica recitar los atributos de Dios desde un corazón amoroso, dándole honor y reverencia por quién es” (John MacArthur).

La autora Stasi Eldredge la describe así: “… Es nuestra oportunidad de amarlo en respuesta. Es nuestra respuesta a ser amados, perdonados y conocidos. ¡Es nuestra oportunidad de ofrecer nuestro agradecimiento por ser vistos, elegidos, queridos, comprendidos, apreciados y renovados! … es nuestra respuesta a ver a Jesús como realmente es: digno, hermoso, infinitamente bueno, bondadoso, perdonador, generoso, maravilloso y total, completamente para nosotros”.

Adoptemos diariamente el consejo que nos brinda Joyce Meyer: “No creo que nada bendiga más a Dios que cuando paramos justo a mitad de lo que estamos haciendo y levantamos nuestras manos para alabarlo […] Piensa en el hombre de negocios que, por ejemplo, puede que sea el presidente de una gran compañía. ¿No sería maravilloso si cerrara la puerta de su oficina varias veces al día, echara el cerrojo, se arrodillara y dijera “Dios, solo quiero tomarme un minute para alabarte. … Lo mismo ocurre con los estudiantes, los progenitores que se quedan en casa, la gente jubilada, las secretarias, las azafatas, los cirujanos cerebrales, los dependientes y los vendedores (en definitiva, todo aquel que imagines). Todos ellos tendrían días mucho más fructíferos, productivos y pacíficos si se tomaran un tiempo para alabar al Señor durante el día. Todos nos beneficiaríamos muchísimo de tomarnos un “descanso para alabar”.