EJERCICIOS ESPIRITUALES: Fortaleciendo nuestra relación con Dios.Muestra

EL AYUNO: NUESTRA DIETA.

El autor Martyn Lloyd-Jones nos dice sobre el ayuno lo siguiente: “El ayuno debería realmente incluir también la abstinencia de todo lo que es legítimo en sí mismo y por sí mismo, con el fin de alcanzar alguna meta espiritual especial. … Esto es ayunar”.

El ayuno no solo consiste en la abstinencia de alimentos, puede comprender cualquier otro aspecto de nuestra vida que nos ayude a lograr un crecimiento espiritual, tal y como lo expresa el ministerio Más Vida México: “El ayuno o ayunar para el creyente se trata de un ejercicio espiritual. Es cuando un individuo o una comunidad se abstienen de consumir alimentos, aunque puede tomar otras formas. … Puedes abstenerte de otras cosas como, por ejemplo: video juegos, redes sociales, televisión, refresco, comida chatarra, café, etc".

John Maxwell nos menciona algunos de los beneficios de ayunar: “Es la manera bíblica de humillarnos ante los ojos de Dios. - Revela por el Espíritu Santo la verdadera condición espiritual de la persona, dando como resultado quebrantamiento, arrepentimiento y cambio. - Es un medio crucial para un avivamiento personal porque pone en juego la obra interna del Espíritu Santo de la manera más singular y poderosa. - Nos ayuda a comprender mejor la Palabra de Dios haciéndola más significativa, vital y práctica. - Transforma la oración en una experiencia más rica y personal. - Puede resultar en un avivamiento personal dinámico: al recibir la plenitud del Espíritu Santo y recuperar un fuerte sentido de determinación espiritual. - Puede restaurar la pérdida de nuestro primer amor por el Señor ".

Es conveniente que acompañemos el ayuno con otros ejercicios espirituales, tales como: la alabanza y lectura de la Biblia, la meditación, el estar quieto y la contemplación de la creación de Dios. Estos otros ejercicios contribuirán a que el ayuno sea más significativo, placentero y eficaz.

Podemos convertir el ayuno en una experiencia de servicio, bondad y amor. Isaías lo expresa de la siguiente forma: “¿No es más bien el ayuno que yo escogí, desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, y dejar ir libres a los quebrantados, y que rompáis todo yugo? ¿No es que partas tu pan con el hambriento, y a los pobres errantes albergues en casa; que cuando veas al desnudo, lo cubras, y no te escondas de tu hermano? Entonces nacerá tu luz como el alba, y tu salvación se dejará ver pronto; e irá tu justicia delante de ti, y la gloria de Jehová será tu retaguardia” (58:6-8).

Mediante los pequeños actos de bondad transmitiremos el amor de Dios a nuestros semejantes.

Al respecto Max Lucado nos dice: “Jesús hará un recuento, uno por uno, de todos los actos de bondad. Cada cosa que hiciste por mejorar la suerte de otra persona. Incluso los más pequeños. Dar agua. Ofrecer comida. Compartir ropa. … Las obras de gracia son actos simples". David Jeremiah dice al respecto: “Y con cada acto espontáneo de generosidas tú estás dándoles esperanza a otros que tal vez se hallen en la cúspide del abandono. Dios te pone dónde Él te quiere a fin de que aproveches las oportunidades para amar y dar”. Finalmente, John Eldredge lo expresa así: “La vida se construye en los aconteceres diarios; los que suceden todos los días. Piensa en el amor, en la amistad y en el matrimonio. … El amor, la amistad y el matrimonio se nutren en el contexto de cosas sencillas como el desayuno juntos, pasar el rato charlando, compartir una enchilada, tomarse de la mano, caminar al atardecer, lavar los platos, leerse unos a otros o simplemente leer cosas diferentes mientras están juntos en la misma habitación. Son las pequeñas cosas las que construyen una vida hermosa”.

Adoptemos el consejo del Hermano Lorenzo: “No debemos cansarnos de hacer las cosas pequeñas por amor a Dios, porque Él no toma en cuenta lo grande de la obra sino el amor con que la hacemos”.