EJERCICIOS ESPIRITUALES: Fortaleciendo nuestra relación con Dios.Muestra

EL ESPÍRITU SANTO: NUESTRO ENTRENADOR PERSONAL.

De igual forma que sucede en con el ejercicio físico acontece en el plano espiritual: no deberíamos ejercitarnos sin contar con la asesoría y consejo de un entrenador. Si bien es cierto, muchos hacemos ejercicio sin contar con la asesoría de un entrenador, en el caso de los ejercicios espirituales contamos en forma gratuita con el mejor entrenador: El Espíritu Santo.

Sobre el papel del Espíritu Santo en nuestro acercamiento a Dios, el autor A. W. Tozer nos dice: “Venir a la presencia de Dios no es algo que se consiga mediante el esfuerzo humano, como dije antes, sino solo por medio del Espíritu Santo que vive en mí, permitiéndome llegar hasta lo profundo del corazón de Dios”.

El Maestro nos lo dijo en forma clara y contundente: “Pero el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, les enseñará todas las cosas y les hará recordar todo lo que les he dicho” (Juan 14:26).

Jeanne Guyon nos aconseja: “Déjese guiar por el Espíritu de Dios. Ese Espíritu lo habrá de conducir infaliblemente al propósito final para el cual su alma fue creada. Ese propósito final es gozarse en Dios”.

Por su parte, Timothy Keller lo expresa de la siguiente forma: “La oración de Pablo sugiere que los cristianos necesitamos el «tratamiento químico» del Espíritu, una sensibilización espiritual; de lo contrario, las verdades que articulamos o asentimos no harán ninguna diferencia real en cómo vivimos. Si estás expuesto a la «luz» de la verdad cristiana de que Dios es santo, y si el Espíritu Santo ha sensibilizado tu corazón, entonces no solo respondes con emoción, con lágrimas o temblor o gozo, sino que cambias de forma permanente la manera en que vives y te conduces en el mundo. Cuando tus sentimientos y conducta son afectados, tú, en cierta medida, has comprendido una verdad particular sobre Dios”.

La obra del Espíritu Santo en nosotros es la que nos permitirá identificar nuestra rutina de ejercicios espirituales, de tal forma que nos acerquen a Dios, y al hacerlo, disfrutemos y fortalezcamos nuestra relación.