Esperanza Tras Un AbortoMuestra

Un viaje hacia la esperanza

Dios nos enseña en Eclesiastés 3 que hay una estación para todo, incluso para llorar, lamentarse, reír y bailar. El hecho de que Dios nos diga que la vida está llena de estaciones puede llevarnos a cultivar la esperanza y la resistencia.

¿Por qué? Porque una estación sólo dura un tiempo, y promete cambios y la irrupción de algo nuevo si esperamos y aguantamos. Al mismo tiempo, las estaciones implican que hay emociones apropiadas para los distintos momentos de nuestra vida. Hay momentos en los que es bueno estar de luto y momentos en los que el luto se desvanece y crece la alegría.

Tras un embarazo inesperado o un aborto, podemos encontrarnos experimentando oleadas de emociones a las que nunca antes nos habíamos enfrentado. Puesto que somos seres hechos a imagen de Dios, tenemos una amplia gama de emociones, al igual que Dios. Al principio, esto puede resultar abrumador. Podemos preguntarnos si siempre nos sentiremos así o si se nos permite sentirnos así. Sin embargo, estos versículos nos recuerdan que Dios no ignora nuestras emociones. De hecho, Él espera que experimentemos emociones específicas y que nos involucremos en acciones particulares en cada temporada porque estas son las cosas correctas que debemos sentir y hacer.

Cada vez que elegimos enfrentar nuestro trauma y comenzar el viaje hacia la sanación, nos estamos asociando con Dios para comenzar una nueva temporada de identificación y procesamiento de nuestras emociones ante el Señor.

Las emociones no son la verdad, pero pueden ser señales útiles que indican dónde tenemos un dolor profundo. Por ejemplo, la ira que estalla cuando ves a una mujer embarazada puede expresar tu dolor porque ya no estás embarazada. Del mismo modo, la pena que experimentas durante tu ciclo menstrual puede producirse porque esta experiencia física te recuerda el aborto.

Una vez que identificamos nuestras emociones, podemos empezar a hacernos preguntas del "porqué" que nos lleven a la raíz de nuestro dolor, y entonces podemos llevar nuestras emociones, dolor y preguntas al Señor en oración. A veces, Dios puede animarnos a llorar más; otras veces, puede llevarnos a un lugar de confesión o a una invitación a confiar más en Él.

Hoy, acerquémonos al Señor con nuestras emociones presentes (ya sea llorando o riendo), y pidámosle que nos guíe a través de esta temporada mientras procesamos nuestro aborto y buscamos conocerle más íntimamente.