Dios, yo y nosotros Parte 2Muestra
Ante quién estás parado
Aceptar a Jesucristo como nuestro Salvador invita, paradójicamente, a una progresión de los desafíos espirituales que enfrentamos. Esta intensificación no es un signo de debilidad o fracaso. Es un testimonio de nuestro compromiso con la rectitud.
Consideremos a Josué, el sumo sacerdote, una figura de piedad y dedicación. Incluso él mismo fue acusado por el mismo Satanás. Esta escena se desarrolla en presencia del Ángel del Señor, que muchos creen que es el Cristo antes de hacerse carne. Nuestras confrontaciones espirituales no son meramente personales, son de escala cósmica.
Debemos comprender la naturaleza de las acusaciones que enfrentamos. Las acusaciones a menudo vienen envueltas en mentiras, con el objetivo de cubrirnos de culpa y dudas. Susurran: «Eres inadecuado, indigno, no suficiente». Estos no son llamados al arrepentimiento. Son armas de condena diseñadas para paralizar y evitar el crecimiento.
Las tácticas de Satanás están bien documentadas. Miente, ciega las mentes, se disfraza e incluso intenta ahogar la fe. Su táctica es sutil pero persistente y tiene como objetivo distorsionar nuestra percepción de la verdad y de nosotros mismos. La lección fundamental aquí es reconocer la diferencia entre la convicción piadosa, que nos lleva al arrepentimiento y a una comunión más profunda con Dios, y la condenación de Satanás, que busca alejarnos de Dios y destruir nuestra fe.
Pero en 1 Juan 4:4 (RVC) hay una verdad poderosa para contrarrestar estas acusaciones: «Porque mayor es el que está en ustedes que el que está en el mundo». Este versículo no promete que los cargos cesarán. Más bien, nos permite ver a través de ellos y comprender su fuente e intención.
Más allá de reconocer la naturaleza de estas acusaciones, nuestro desafío es cómo respondemos a ellas. Es fundamental hacer una pausa y reflexionar cuando surgen malentendidos y conflictos, especialmente en relaciones cercanas como el matrimonio. ¿Es este conflicto un desacuerdo natural o están influyendo fuerzas externas malignas?
Al igual que Josué, lo que importa no es quién está a nuestro lado (amigos, familiares o enemigos), sino ante quién estamos: Dios. Estamos constantemente ante Dios, bajo su mirada atenta y amorosa. Dios interviene reprendiendo a Satanás. Esta intervención simboliza nuestra victoria en Cristo, un recordatorio de que nosotros también somos arrebatados del fuego, elegidos y amados. Por vehementes que sean, la gracia de Dios anula las acusaciones que se nos lanzan.
Aferrémonos a esta verdad: estamos en la presencia de Dios, capacitados para superar las acusaciones. Pongámonos a nosotros mismos el reto de discernir la fuente de nuestras dudas y temores y, al hacerlo, profundicemos nuestra dependencia y relación con Dios. Recuerda, las batallas más grandes a menudo se libran en las tranquilas recámaras de nuestros corazones, donde luchan la verdad y la mentira. Mantente firme en la verdad de que eres elegido, amado y defendido por Dios mismo.
Escrituras
Acerca de este Plan
¿Con qué frecuencia te sientes derrotado o avergonzado en tu caminar con Dios? Cuando nos damos cuenta de que Dios aclarará las cosas a pesar de cualquiera de las acusaciones del enemigo, tenemos esperanza a través de nuestras pruebas y el deseo de seguirlo obedientemente por su preciosa gracia.
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Nos gustaría agradecer a Gregg Matte por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://houstonsfirst.org/