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A los invisibles y olvidados

DÍA 5 DE 6

David

David fue un invisible que se convirtió en uno de los personajes más visibles del pueblo de Israel, incluso para el mismo Bartimeo. Un joven pastor de ovejas que ni su propio padre estimaba. Dios envió al profeta Samuel a ungir a uno de los hijos de Isaí como rey en lugar de Saúl. Isaí se aseguró de que todos sus hijos estuvieran presentes para la visita de Samuel. Es decir, todos, menos David. Que ese se quede cuidando ovejas, no tiene nada que ofrecer. Pero Dios ya había visto lo más importante de David–no su apariencia, sino su corazón. Al darse cuenta Samuel que ninguno de los hijos presentes era el elegido, preguntó si por casualidad no había otro por ahí escondido. Fue entonces que llamaron a David. Inmediatamente que Samuel lo vio, lo ungió como rey. Le reveló en un instante inesperado lo que ya el Dios eterno había determinado.

En otra ocasión, Dios le dijo a David a través del profeta Natán: "Yo te tomé del redil, de detrás de las ovejas". Otros veían a las ovejas antes que al pastorcito. Pero allí, tal vez donde pensaba que se confundía entre las ovejas, Dios ya lo había visto y conocido. Había escuchado las canciones y oraciones que David le componía a Dios mientras pastoreaba las ovejas. Dios vio su valentía al luchar contra un oso y un león para salvar a sus ovejas. Su confianza estaba en Dios. Fue ese valor y fe lo que poco tiempo después le llevó a derrotar a Goliat.

Se estima que pasaron alrededor de 15 años desde que Samuel ungió a David hasta que Saúl murió y David comenzó su reinado. Más de una década esperando, luchando y confiando en que su tiempo llegaría. ¡Y no fueron años fáciles! Fueron años de persecución por parte de Saúl y sus enemigos.

Sin embargo, en su soledad, en sus cuevas, en sus persecuciones, clamaba a Dios y le alababa aun cuando estaba deprimido, asustado, angustiado y desesperanzado. Y he aquí la cuarta lección: adora a Dios.

Cuando adoramos a Dios en medio de nuestro dolor, recibimos fuerzas nuevas, aliento para continuar pese a las desilusiones, persecuciones, pérdidas y dificultades. David había conocido a Dios en los valles y Dios conocía la voz de su hijo que le cantaba y adoraba. Que cuando eleves tu clamor, Dios reconozca tu voz porque le hablas seguido. Que tus canciones y adoración sean motivo de sonrisa para tu Padre celestial.

A veces, creemos que nada ha cambiado porque las circunstancias parecen iguales o peores. Pero cuando le adoramos en lo cotidiano, lo que va cambiando es nuestro corazón. Nuestra relación con Dios, que es lo más importante, se fortalece y crece. Si lees la Biblia en inglés, encontrarás una palabra constante a través de los libros históricos de los reyes de Israel y Judá: wholeheartedly, de TODO corazón. Los reyes que no buscaban a Dios de todo corazón, no perseveraban. Pero aquellos como David, que lo hacían genuinamente, aun cuando fallaban, Dios los restauraba y bendecía.

No permitas que tus circunstancias y soledad detengan tu alabanza. Sigue adorando a Dios, cántale, háblale, confiésale que le amas aunque no tengas todas las respuestas de la vida. Que tu vida misma sea la adoración que Él merece. Y aunque estés detrás de un redil de ovejas, en una prisión, en un hospital o encerrado en una casa sin motivación para vivir, Dios te ve y te escucha. Mi oración es que a pesar del bullicio de esta tierra, cuando eleve mi suspiro y mi canción, en el cielo Dios se detenga un minuto, sonriendo por reconocer mi voz.

Oración

Padre, soy yo otra vez. Gracias por reconocer aun mis suspiros. Gracias porque no necesito cantar como los ángeles ni ser reconocido o visto por nadie más que tú. Gracias porque no miras lo que el hombre mira, sino que miras lo más íntimo de mi corazón. Que lo que encuentres allí te agrade, Espíritu Santo. Gracias porque has conocido mi voz en los valles y tu presencia me hace cantar. Gracias porque me das nuevas fuerzas cuando te alabo. Adoro tu nombre, te exalto, no hay Dios fuera de ti y me confieso dependiente de tu gracia, obstinado por tu amor. Que mi vida sea mi mejor adoración. Perdona mis pecados, ayúdame cuando me sienta desmayar. Mi alabanza es para ti, sólo tú eres digno de ser engrandecido. Tu nombre y tu renombre son el deseo de mi corazón. En el nombre de Jesús, amén.

Letra de la canción "Me confieso"

El mismo concierto

en Do mayor

el mismo soneto

de un alma angustiada

pidiendo dirección

El mismo discurso

buscando razón

las mismas plegarias

que hoy anhelan contestación

Me confieso obstinada por tu amor

dependiente de tu gracia y compasión

mi deseo, conocerte a ti mi Dios

Deleitarte con mi vida y devoción

y que pese al bullicio de esta tierra

cuando eleve mi suspiro y mi canción

que en el cielo un segundo te detengas

sonriendo por reconocer mi voz

La misma torpeza

la misma lección

de un alma que ha visto

pero que olvida tu bendición

La misma alabanza

la misma misión

de un alma que sabe

de dónde viene su satisfacción

Me confieso obstinada por tu amor

dependiente de tu gracia y compasión

mi deseo, conocerte a ti mi Dios

Deleitarte con mi vida y devoción

y que pese al bullicio de esta tierra

cuando eleve mi suspiro y mi canción

que en el cielo un segundo te detengas

sonriendo por reconocer mi voz

Día 4Día 6

Acerca de este Plan

A los invisibles y olvidados

A pesar de tanta conectividad y medios sociales, estudios revelan que el aislamiento y la soledad se han convertido en una epidemia. Incluso, podemos llegar a pensar que para Dios también somos invisibles. Este devocional se centra en cuatro “invisibles” que fueron visibles para Dios y los consejos que podemos aprender de ellos cuando nos sentimos invisibles y olvidados.

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Nos gustaría agradecer a Apertura812 por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://karenlie.wixsite.com/apertura