¿Y, qué tal tu convicción?Muestra

Cada uno de nosotros antes de llegar a Cristo, pasamos por algún desierto o estuvimos en algún valle de sufrimiento o dificultad y DIOS usa muchas de esas circunstancias para que le conozcamos verdaderamente. O, a veces simplemente pensamos que estamos haciendo lo correcto, que no le hacemos daño a nadie y que somos buenas personas y no le necesitamos.

Pablo no fue la excepción, él era un hombre judío, nacido en Tarso de Cilicia, instruido por Gamaliel, pensaba que estaba sirviendo a Dios al perseguir a los cristianos y matarlos.

Pero en ese momento DIOS lo confronta, lo derriba y le pregunta: ¿Por qué ME PERSIGUES? Y él no le conocía en realidad y le pregunta: ¿Quién eres SEÑOR? Y el Señor le contesta YO SOY JESÚS A QUIEN TÚ PERSIGUES.

Ahí Pablo comienza a formar su convicción en DIOS y no fue sencillo, porque queda ciego. DIOS debilita su fortaleza y comienza a trabajar con él, tenía que darse cuenta de que no se trataba de lo que él pensaba, veía o creía, sino de tener un encuentro con Dios que transformara su corazón.

Aún siendo transformado de una manera milagrosa los discípulos le temían, por lo que él había hecho, así que tuvo que ser humilde y entender que no iba a ser fácil su caminar con CRISTO. Pero lo más maravillo fue que EL SEÑOR lo eligió para predicarle a los gentiles y su mensaje lo tenemos ahora nosotros a través de sus cartas.

A veces necesitamos que DIOS nos derribe (orgullo, vanidad, indiferencia, etc.) para que lleguemos a tener un encuentro verdadero con ESE DIOS PODEROSO.

Señor, gracias porque cuando estuve en dificultad tú me recogiste y me sanaste, caminaste conmigo en tiempos difíciles y formaste en mí un nuevo corazón.