Madres, ¡No Están Solas!Muestra

Tu mejor viaje de maternidad te espera

Cualquier madre de este planeta puede experimentar el mejor viaje de la maternidad si lo pide.

Me sentía preparada para ser madre, cumpliendo el sueño de toda una vida al traer a la tierra a dos niños preciosos. Pero tras dos duros y traumáticos partos y una serie de problemas posparto, pronto me di cuenta de que ni todos los consejos de crianza del mundo podían prepararme para la maternidad. Estuve de parto 32 horas con mi primer hijo y 42 horas con el segundo, ambos por cesárea. Además de las dificultades del parto, mi primogénito no pudo conciliar el sueño durante meses. Se despertaba cada vez que lo acostaba, durante toda la noche. La falta de sueño me estaba matando y me pasaba las noches llorando, sin saber qué hacer. Nada parecía salir según lo planeado.

Fue una revelación aleccionadora que la paternidad es un viaje impredecible, independientemente de lo preparados que creamos estar. Me preguntaba por qué la vida me planteaba tantos retos, pero no tenía ni idea de que lo mejor de ser madre estaba aún por llegar. Proverbios 16:9 resuena en mí: "El corazón del hombre traza su rumbo, pero sus pasos los dirige el Señor". Me reconforta saber que, a pesar de mis incertidumbres, Dios está disponiendo mi vida de un modo que trasciende las dificultades de ser madre.

El implacable desafío de un bebé que se negaba a dormir me asechaba con desesperación. En esos profundos momentos, como madre, me encontraba sola. En mi cansancio, no busqué la guía divina y pasé por alto el apoyo que podía tener a través de Dios. Mi principal problema no eran las noches en vela, sino mi inconsciencia para pedir asistencia o ayuda. Como dice Mateo 7:7: “Pidan y se les dará; busquen y encontrarán; llamen y se les abrirá". Perdí la oportunidad de volverme y pedir orientación a Dios, que podría haberme proporcionado consuelo y ayuda. Mi inconsciencia de buscar la ayuda divina de Dios me impidió recibir el apoyo necesario. Mateo 6:33 sirve de gran recordatorio: "Busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, entonces todas estas cosas les serán añadidas".

Años más tarde, tuve el privilegio de conocer a mi ahora amiga Mathilde, una enfermera de maternidad titulada que ofrece un servicio único: vigilar al bebé durante la noche mientras la madre duerme. Esta revelación me hizo volver a pensar en aquellos difíciles primeros años de maternidad. ¿Todas esas noches agotadoras podrían haberse evitado? Me di cuenta de que si hubiera pedido la guía divina en aquel entonces, habría encontrado el apoyo que necesitaba: una enfermera de maternidad para aliviar la fatiga y la falta de sueño. Esta constatación revela que abrazar la guía divina implica encontrar consuelo espiritual y reconocer las soluciones prácticas que pueden estar presentes.

Al compartir este viaje personal, deseo que ustedes, madres, comprendan la importancia de buscar ayuda en momentos de desesperación, buscar alivio o apoyo en las oraciones y en las personas que las rodean.