Cara a Cara Con Jesús - Una Meditación Para La CuaresmaMuestra

Cuando vivimos en la tierra somos ciudadanos de la tierra, concretamente del país donde nacimos. Cuando aceptamos a Jesús en nuestras vidas, somos adoptados en la familia de Dios, y entonces somos ciudadanos del cielo. Esto no significa que estemos exentos de nuestras funciones y deberes terrenales. Sólo significa que ahora tenemos doble ciudadanía. Esto significa que mientras caminamos por la tierra, desempeñamos nuestro trabajo, llevamos a nuestras familias e interactuamos con los demás, debemos cumplir las tareas que se esperan de nosotros. También significa que todo lo que hacemos, ya sea nuestra carrera o nuestra vocación divina, lo hacemos con la máxima devoción a Dios, buscando complacerle y mostrar Su amor a un mundo que nos observa. La separación entre lo sagrado y lo secular desaparece cuando vivimos como personas de doble ciudadanía.

Hazte las siguientes preguntas:

¿Soy un ciudadano fiel a mi país de residencia?

¿Estoy viviendo responsablemente como ciudadano del cielo en la tierra?