Cara a Cara Con Jesús - Una Meditación Para La CuaresmaMuestra

Vemos la triste desintegración de la familia de Adán y Eva en la lectura de hoy, en la que Caín mata a su hermano Abel en un arrebato de ira, celos y quizá inseguridad. Es interesante leer que Abel, de alguna manera, sabía lo que complacería a Dios y obró en consecuencia, mientras que Caín eligió hacer lo que le complacía y acabó desagradando a Dios. Aunque siempre podría haberse arrepentido y enmendado, eligió un atajo malvado que le dejó solo en un campo con su hermano muerto. La conversación que sigue entre él y Dios es triste e inquietante a la vez. Triste porque Dios sabe lo que ha pasado y se entristece por la muerte innecesaria de Abel, inquietante porque Caín parece no inmutarse por el asesinato que ha cometido. La conversación toma un giro más oscuro cuando Dios le dice que Caín ahora está maldito por la tierra que ha absorbido la sangre de Abel y por lo tanto será un vagabundo y errante por el resto de su vida. Sin embargo, Dios hace una demostración de su extraordinaria gracia, al marcar a Caín para que no sea asesinado por nadie durante el resto de su vida en la tierra. La gracia de Dios está disponible incluso para el más vil de los pecadores. ¡Depende del pecador aceptar esta gracia a través de la fe en Jesús y ser salvado! (Efesios 2:8).

Preguntas para ti:

¿Eres consciente de la gracia de Dios en tu vida?

¿En qué situaciones has negado la gracia a otros?

¿Le pedirás a Dios que te condene de cualquier actitud pecaminosa en tu vida?