Él No Se Rinde ContigoMuestra

Es tiempo que no te rindas

Algo que amo de la Biblia es que muestra a los grandes héroes de la fe, tal cual son, con sus luchas y sus victorias, y uno de los héroes es Abraham.

Ya era un hombre adulto, de aproximadamente 75 años, su sueño era tener hijos (tener descendencia era reconocido como tener la bendición de Dios) y su esposa Sara no podía tener hijos. Grande era la frustración de Abraham.

En Génesis 15 se menciona que Dios se encontró con Abraham, y le dijo “grande será tu recompensa”, le da la promesa que su descendencia será numerosa como las estrellas, y me encanta esta parte “y Abraham le creyó y fue contado por justo”.

Pero no se quedó solo con la promesa, sino que preguntó un poco más, qué más había que hacer, qué más debía de realizar para alcanzar el propósito que Dios le había mandado.

Dios le dio instrucciones específicas para el sacrificio, para el altar, para el lugar dónde se iba a encontrar con Él. Estos animales en específico eran lo mejor de lo mejor, debía ser la mejor edad, la mejor raza, porque Dios no quiere lo que nos sobra, sino lo mejor de nosotros.

El altar simbolizaba conexión, intimidad y ahí había que darle lo mejor al Señor.

¿Tú que estás llevando al altar? Si mediante tu altar se pudiera plasmar en una imagen; ¿cómo sería?; ¿cómo se vería?

La mejor respuesta que podemos dar a un Dios que no se rinde, es darle lo mejor de nosotros, de nuestro tiempo, de nuestra vida, de nuestras habilidades, pero aún más importante, nuestro corazón.

Volviendo a la historia de Abraham, Dios le promete que Él estaría en ese lugar en específico así que el patriarca preparó el altar, ofreció el sacrificio y…. nada, Dios parecía que no iba a venir. ¡Qué parecido esto con nuestra vida!, ¿verdad? Abraham no estaba sintiendo nada y pensó que Dios no lo estaba mirando, ¿te pasó alguna vez? Gracias a Dios, Él no se mueve por lo que sentimos sino por su verdad, y siempre que haya un altar de sacrificio con un corazón puro, Él va a estar.

Abraham comenzó a preocuparse, la noche estaba cayendo y ninguna señal. Me imagino que se habrá preguntado, ¿será que fue solamente un pensamiento mío? Tal vez Jehová no me pidió esto. Para empeorar todo “las aves de rapiña” que serían como cuervos comenzaron a merodear la zona, tratando de robar los sacrificios que estaban ofrecidos a Dios.

Esto es clásico en la vida cristiana, ofrecemos lo mejor de nosotros a Dios, Él no viene en el tiempo que nosotros queremos, empezamos a cuestionar cosas, y los pensamientos, actividades, malas relaciones quieren venir a robar lo que estamos ofreciendo a Dios. Pero Abraham NO SE RINDIÓ, aunque tuvo miedo, aunque no sabía qué iba a pasar, comenzó a espantar las aves, comenzó a luchar contra aquello que quería robar su intimidad con Jehová, y después hizo algo que para nuestra época actual es algo catastrófico, ¡ÉL ESPERÓ! Una parte de no rendirse tiene que ver con saber esperar, saber esperar en su tiempo, cuando la espera parece ser inservible, nuestro corazón y nuestro carácter está siendo moldeado.

Abraham no se rindió, ¡Y EL SEÑOR SE LE APARECIÓ!

Aún hoy Dios sigue buscando hombres y mujeres que no se rindan ante el mundo, hombres y mujeres que sean tan impactados que Dios no se rinde con ellos, que lo buscan como nada en este mundo, que no se quiebran ante el mundo, porque han sido tan impactados por el toque del Señor.

Yo no me quiero rendir, yo no me voy a rendir, yo voy a luchar, aunque haya oscuridad, aunque haya miedo, aunque vengan los cuervos, yo no me voy a rendir, porque Él nunca se rindió conmigo.

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