SumergirMuestra

Mas que polvo

“Entonces el Señor Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y el hombre se convirtió en un ser viviente” (Génesis 2:7).

“¿Y qué más puedo decir? No tengo tiempo para hablar de Gedeón, de Barac, de Sansón y de Jefté, de David, de Samuel y de los profetas, 33 quienes por la fe conquistaron reinos, administraron justicia y alcanzaron lo prometido; que cerró la boca de los leones, 34 apagó la furia de las llamas, y escapó del filo de la espada; cuya debilidad se convirtió en fuerza; y que se hizo poderoso en la batalla y derrotó a los ejércitos extranjeros” (Hebreos 11:32–34).

Los humanos venimos de orígenes humildes, ¿no? “Entonces el Señor Dios formó al hombre del polvo de la tierra" (Gén. 2:7). Comenzamos como polvo. ¿Sabes qué es el polvo? El polvo es una mezcla de células de la piel desprendidas, cabello, fibras de ropa, bacterias, ácaros del polvo y trozos de insectos muertos; en resumen, el polvo es materia muerta, los restos y los desechos de la vida. ¿Alguna vez te has sentido polvoriento? ¿Te sientes como un montón de cosas muertas, como un desecho, las cosas que todos quieren olvidar y dejar atrás? ¿Para qué puede ser bueno el polvo? ¿Cómo podría el polvo ser útil, apreciado o amado? De ahí venimos; eso es lo que somos. Somos polvo.

Génesis 2 nos dice que somos más que polvo. Al principio, Dios recogió un montón de polvo y sopló suavemente sobre él, sopló Su aliento en este montón de nada y la humanidad nació. Piénselo por un segundo: ¡la humanidad, el logro supremo de Dios, la cumbre del genio creativo de Dios, se formó a partir de un montón de restos de la muerte y una pequeña ráfaga del aliento lleno de gracia de Dios! ¡Somos polvo y aliento! Dios sopla en un montón de polvo, y héroes como Abraham, Moisés y Elías, Sara, Ester y María, surgen del polvo y entran en las páginas de las Escrituras. Como testificamos en Hebreos 11, al igual que Gedeón, Barac, Sansón y Jefté, al igual que David, Samuel y los profetas, Dios está listo para convertir nuestra debilidad en fortaleza en cada momento de cada día. ¡Y es de esta manera que Dios es glorificado en nosotros, porque de nuestro polvo brilla la gloria de Dios!

“Pero tenemos este tesoro en vasijas de barro para mostrar que este poder supremo proviene de Dios y no de nosotros” (2 Corintios 4:7).

Reflexión:

¿Alguna vez te has sentido como polvo?

¿Crees que Dios puede soplar vida en tu polvo?

¡Pídele a Dios que permita que Su gloria brille a través de tu polvo hoy!

Dr. Steve Johnson

Profesor de Teologia de SNU