Emanuel, Dios Con NosotrosMuestra
El ser humano es una criatura extremadamente compleja. En cuanto a diseño, y gracias a la ciencia, conocemos el funcionamiento del cuerpo y la mente humana. Si supieras todos los mecanismos que deben funcionar para que seas formado en el vientre de tu madre, o para que el oxígeno que aspiras se transforme en nutrientes en la sangre. Ni hablemos de la complejidad de las emociones, las hormonas, las conexiones neuronales o la percepción de los sentidos.
Uno de los aspectos que más me fascinan, es el vínculo emocional, fisiológico y psicológico que se forma entre una madre y su bebé. No es solo algo puramente relacional, sino también biológico. Tiene múltiples funcionalidades y efectos en el desarrollo de la personalidad y de las habilidades psicológicas. Cuando ese vínculo se rompe, sea por el motivo que sea, supone un trauma demasiado relevante para que el cuerpo lo pase por alto. Y sus consecuencias podría decirse que son incontables. De hecho, aun algunas de ellas se camuflan de manera que es casi imposible asociarlas a la ruptura del vínculo, pero no encuentran otra explicación.
A nivel espiritual, la ruptura del vínculo entre el Creador y su creación, ha traído consecuencias eternas. Y no sabría decir hasta qué punto somos conscientes de ello. Muchos de nuestros problemas son solo efectos colaterales de vivir alejados de Dios. Incluso ahora, que estamos de nuevo junto a él, como cristianos, tenemos actitudes, pensamientos, y secuelas de esa ruptura del vínculo y de todo el tiempo que hemos vivido alejados de Él.
Es a lo que la Biblia llama «naturaleza pecaminosa». El vínculo roto. Es el resultado de la separación de un hijo de su mamá. Nuestra naturaleza está contaminada, en constante reconstrucción y regeneración. Y no nos hacemos conscientes, hasta que el Espíritu Santo nos da esa conciencia, la convicción de pecado. Pero para ello, necesitamos conocer la historia. Qué pasó, qué se rompió, cómo ocurrió, de qué manera se puede arreglar. A través del Evangelio hallamos la respuesta definitiva, Jesús. El vínculo invisible que tiene consecuencias visibles cuando es restaurado. Él es el vínculo, Él es nuestra salvación.
Acerca de este Plan
En el principio, Dios habitaba con el ser humano. La relación era estrecha, directa, sin intermediarios y sin impedimentos. Todo se estropeó por causa del pecado, nos extraviamos, nos alejamos de casa, pero entonces, llegó Él. Jesús vino a traer luz a nuestra vida, nos acercó de nuevo al Padre. Ahora Dios está con nosotros, es Emanuel.
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Nos gustaría agradecer a Facultad de Teología Asambleas de Dios de España por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://www.cstad.edu.es/