Año Nuevo, Nuevo TúMuestra

Tus metas y tu Dios

Recuerdo que cuando era una adolescente cada inicio de año hacía muy emocionada una lista de las metas que quería alcanzar en ese período de tiempo. Y menciono que era una adolescente porque a esa edad todo tenía más brillo para mí, me refiero a que yo misma le daba más resplandor a todo, le ponía más pasión, más sentimiento, más esfuerzo, más ilusión... y aunque en ese año no llegase a cumplir ni la mitad de mis propósitos, aquello no me impedía volver a escribir una lista más amplia para el siguiente.

No obstante, cuando uno va envejeciendo, cuando chocamos con la dureza de la realidad, cuando dejamos de ver las cosas con ese brillo de cuando éramos niños o adolescentes, empezamos a perder la esperanza y el entusiasmo, porque de ser “simples espectadores”, pasamos a ser expectantes, personas que les exigen a Dios y a la vida que las cosas sean como queremos, y cuando eso no sucede, nos decepcionamos y hasta abandonamos nuestros sueños.

No sé si aun estás en proceso de terminar tu lista de metas para este nuevo año o si ya la tenías preparada desde antes del 1ro de enero, pero sea cual sea tu caso, te pido que no te propongas cosas solo por hacerlo o solo por llenar un papel, ni que limites tus deseos solo porque alguna vez no se llegaron a cumplir. Te pido que a todo lo que quieras lograr este año le devuelvas el brillo, que te devuelvas el brillo. ¿Y cómo puedes hacer eso? Poniendo todos tus planes en las manos del Todopoderoso, confiando en la soberanía de Dios.

Sí, así de sencillo es. Cuando incluyes a Dios en lo que quieres, puedes tener la certeza de que recibirás lo mejor para ti. No importa si antes no lo lograste, no importa si ahora no lo alcanzas, no importa si NUNCA llegas a obtener alguna de esas metas, porque al final Dios te regalará logros y sueños mucho más grandes. Así que, si aún no has hecho tu lista, o si todavía no la has terminado, incluso si ya la tienes escrita, termínala, hazla o modifícala manteniendo el brillo y la fe de que todo lo que anhelamos puede suceder, y que si no pasa es porque ya Dios escribió algo superior para ti.