Reflejando a Jesús a Través Del FrutoMuestra

Los dones del Fruto y el amor

Hoy quiero hablarles sobre los dones del Fruto y el amor de Jesús. En la Biblia, en el libro de Juan, capítulo 15, versículo 5, Jesús dijo: "Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador". Jesús nos compara a nosotros con las ramas de la vid, y nos enseña que sin Él, no podemos llevar fruto.

El fruto al que Jesús se refiere es el resultado de una vida transformada por su amor. Los dones del Fruto del Espíritu Santo son el amor, el gozo, la paz, la paciencia, la amabilidad, la bondad, la fidelidad, la humildad y el dominio propio. Estos dones son visibles en nuestra vida cuando permitimos que Jesús viva en nosotros y su amor fluya a través de nosotros.

Cuando amamos a Jesús y seguimos sus enseñanzas, nuestro corazón se llena de amor y compasión hacia los demás. Ya no buscamos nuestros propios intereses, sino que buscamos el bienestar de los demás. Nos volvemos servidores y buscamos oportunidades para ayudar y mostrar el amor de Jesús a aquellos que nos rodean.

El amor de Jesús no es egoísta ni exigente, es un amor que se sacrifica y da sin esperar nada a cambio. El amor de Jesús es un amor incondicional que no tiene límites ni fronteras. Jesús amó tanto al mundo que dio su vida por nosotros en la cruz, para que pudiéramos tener vida eterna y ser reconciliados con Dios.

Así que, mis hermanos y hermanas, dejemos que el amor de Jesús fluya en nosotros y a través de nosotros. Hagamos que los dones del Fruto del Espíritu Santo sean evidentes en nuestra vida. Amémonos los unos a los otros como Jesús nos amó.

Mostremos un amor que no busca retribución, sino que busca bendecir y servir a los demás.

En resumen, el amor de Jesús es el verdadero motor que impulsa nuestra vida. Cuando cultivamos una relación íntima con Él y nos dejamos transformar por su amor, comenzamos a llevar frutos que manifiestan su presencia en nosotros. Amémonos y sirvámonos mutuamente, demostrando así el amor de Jesús a aquellos que nos rodean. Que el amor de Jesús sea la base de todo lo que hacemos. Amén.