Reflejando a Jesús a Través Del FrutoMuestra
La evidencia del Fruto
Podemos comenzar por considerar lo que dicen nuestras palabras y acciones sobre nosotros y sobre el Dios que habita en nosotros.
¿Se expresa el fruto de nuestras vidas en el cuidado de otros o en egoísmo? ¿Estamos produciendo palabras y acciones que comunican generosidad, o emiten un mensaje que promueve la codicia? ¿Estamos trabajando por la justicia para los marginados, o alienan aún más nuestras palabras y acciones a quienes ya se sienten excluidos? ¿Comunicamos suavidad y paz, o hablan nuestras vidas del caos? ¿Qué tipo de dones del Fruto producimos?
Aquella persona que ha probado el don del Fruto de la alegría de ser salvado por la gracia de Dios, tendrá una fuerte convicción de lo que es el pecado, y en su vida se efectuará un alejamiento de cualquier forma de vida pecaminosa, generalmente aquella que vivía antes de pertenecer al Reino de la Luz. El profeta Isaías lo describe de la siguiente manera: “Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová…” (Is. 55:7). El que ha participado de la sangre del Señor para el perdón de sus pecados no puede participar de la copa de Belial (1 Co.10:21). ¡No se puede ser miembro del Cuerpo de Cristo y miembro de Satanás! Esto es ejemplificado con la mujer que fue traída al Señor, por parte de los fariseos, siendo acusada de adulterio. En este pasaje se ve el principio de renuncia al pecado: “…Entonces Jesús le dijo: …vete, y no peques más" (Jn. 8:11). El pecador arrepentido debe tomar la determinación de no volver al pecado.
Cuando una persona reconoce la magnitud del pecado, y experimenta el perdón, realmente anhela estar bien con Dios y con su prójimo, no debiendo nada a nadie.
Dice Pablo en Gal. 5:22-23 que el fruto del Espíritu “es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza”, es decir, dominio propio, autocontrol. Y, en 2Tim. 1:7, Pablo dice una vez más que Dios no nos ha dado un “Espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio”.
Las palabras de Jesús nos recuerdan que la verdadera vida moral requiere una transformación interior, el tipo de transformación que él ofrece cuando sus palabras continúan hablándonos hoy.
Escrituras
Acerca de este Plan
Este devocional nos invita a explorar cómo el Fruto del Espíritu Santo refleja el carácter de Jesús. A lo largo de estas reflexiones, descubrirás cómo cultivar y manifestar este fruto en tu vida diaria te acercará más a la imagen de Cristo.
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Nos gustaría agradecer a Estefanía Pérez Ramos por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://www.youtube.com/channel/UCgSO0fMYj1EvJJkEyTkoEpg