Reflejando a Jesús a Través Del FrutoMuestra
Fruto y testimonio
“No hay árbol bueno que pueda dar fruto malo, ni árbol malo que pueda dar fruto bueno. Cada árbol se conoce por su fruto: no se cosechan higos de los espinos, ni se recogen uvas de las zarzas. El hombre bueno dice cosas buenas porque el bien está en su corazón, y el hombre malo dice cosas malas porque el mal está en su corazón. Pues de lo que abunda en su corazón habla su boca” (Lc 6,43-45).
Los mensajes de Jesús nos recuerdan que la verdadera vida íntegra demanda una transformación interior, el tipo de transformación que Él promete cuando sus palabras continúan hablándonos hoy. Un árbol puede gozar todo tipo de condiciones externas ideales: lluvias moderadas, mucha luz de sol y buenas temperaturas. Pero si no se alimenta de los ricos nutrientes del suelo, no dará fruto.
Podemos decir que el fruto es todo lo que agrada a Dios en nuestra vida. Sin embargo, solo lo que en nosotros es de Cristo puede ser para el gozo del Padre. El fruto es el carácter de Cristo reproducido en la vida de sus discípulos. El Apóstol Pablo escribe: “El fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza” (Gálatas 5:22-23).
El fruto muestra la siembra de un árbol. Con este pasaje bíblico de Lucas, se representa toda una realidad de vida renovada: Cada árbol se conoce por sus frutos. Esta afirmación es el primer ejemplo a seguir como auténticos cristianos y líderes innovadores en el mundo, pues, el fruto muestra el cultivo de un árbol.
Al llevar fruto glorificaremos al Padre por la manifestación de los caracteres de Cristo, quien es la expresión perfecta del Padre. “En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto”.
Al llevar el carácter de Cristo, llegaremos a ser testigos ante el mundo de que somos verdaderamente sus discípulos: “…Y seáis así mis discípulos”, añade el Señor. Seremos testigos ante los hombres del Hombre glorioso que se halla en la gloria. El Señor no dice: “Si predicáis, seréis mis discípulos”, sino que “si lleváis mucho fruto”. El testimonio a Cristo se encuentra en la vida de sus discípulos. Es un testimonio vivo.
Nuestras acciones son el resultado de nuestras decisiones. Como seres libres decidimos lo que queremos o no hacer y procedemos en ello lo hacemos o no lo hacemos. ¡Qué hermoso sería si se nos conociera por nuestros frutos de bondad, amor, paz, paciencia, benignidad, que ese sea el resultado de nuestras buenas decisiones y acciones en la vida!
Los dones del Fruto del Espíritu Santo son cualidades o virtudes que se manifiestan en la vida de aquellos que tienen una relación personal con Jesús. Estos dones son amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza (Gálatas 5:22-23).
Itiel Arroyo, reconocido predicador y ministro de la Palabra de Dios, nos enseña que los dones del Fruto del Espíritu Santo son esenciales para una vida transformada por Dios. Su mensaje se centra en cómo estos dones nos permiten amar a Dios y a los demás de manera genuina, vivir en paz y gozo a pesar de las circunstancias, ser pacientes y bondadosos con aquellos que nos rodean, demostrar fe en medio de las dificultades, y manifestar mansedumbre y templanza en nuestras acciones.
Por otro lado, Charles Spurgeon, reconocido predicador del siglo XIX, resalta la importancia de que estos dones se manifiesten en nuestra vida diaria como prueba de nuestra relación íntima con el Espíritu Santo. Nos insta a que, al imitar a Cristo y permitir que el Espíritu Santo nos moldee, podremos llevar fruto que perdure y glorifique a Dios.
Ambos predicadores nos animan a cultivar estos dones, no solo como una muestra de nuestra identidad en Cristo, sino también como una forma de impactar positivamente en nuestro entorno. Nos recuerdan que el Espíritu Santo está dispuesto a trabajar en nosotros, transformándonos a su imagen y permitiendo que estos dones se manifiesten cada vez más en nuestra vida.
Confiemos en la obra del Espíritu Santo en nosotros, permitiéndole trabajar en nuestra identidad y propósito, y seremos testigos vivientes de los dones que solo Él puede producir en nuestras vidas. Que el amor, el gozo, la paz, la paciencia, la benignidad, la bondad, la fe, la mansedumbre y la templanza sean los distintivos de nuestra vida cristiana, y que a través de ellos podamos hacer la diferencia en el mundo a nuestro alrededor.
Escrituras
Acerca de este Plan
Este devocional nos invita a explorar cómo el Fruto del Espíritu Santo refleja el carácter de Jesús. A lo largo de estas reflexiones, descubrirás cómo cultivar y manifestar este fruto en tu vida diaria te acercará más a la imagen de Cristo.
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Nos gustaría agradecer a Estefanía Pérez Ramos por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://www.youtube.com/channel/UCgSO0fMYj1EvJJkEyTkoEpg