Jesús: El Mayor De Los RegalosMuestra

El regalo de la encarnación de Dios

"En el principio ya existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios. 2 Él estaba en el principio con Dios. 3 Todas las cosas fueron hechas por medio de Él, y sin Él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho" (Juan 1:1-3).

La Navidad nos regala la encarnación, el hecho de que Dios se hizo hombre. Como leemos en la Escritura de hoy, Jesús, el Verbo, existía desde toda la eternidad, y por medio de Él se creó el universo. En Navidad, el Dios invisible, increado y omnipotente se redujo a sí mismo y se hizo como uno de nosotros. El Dios que creó los cielos y la tierra se hizo un ser humano vulnerable. Él sudó, lloró y se fatigó como cualquiera de nosotros. También experimentó dolor, enfermedad, rechazo, abusos y violencia. En el regalo de la encarnación, Dios compartió nuestro mismo dolor. Por tanto, eso permite a Jesús compadecerse para siempre de nuestra miseria y nuestras penas.

Si analizamos cualquier otra religión, podemos eliminar a su fundador y seguir manteniendo sus doctrinas fundamentales. Por ejemplo, si quitas a Mohamed del Islam o a Buda del Budismo, puedes seguir teniendo los mismos preceptos de la religión, excepto con el cristianismo. Una Iglesia sin un Cristo de carne y hueso ya no es cristianismo. El cristianismo no es sólo un conjunto de ideas o doctrinas. Por el contrario, se basa en una persona histórica que nació hace unos 2.000 años. Lo cual debe darnos una gran alegría, porque, al hacerse hombre, abrió un camino para estar con él por siempre. Y ése es el regalo de la encarnación. La divinidad se hizo humana, y la humanidad se hizo divina. Como dijo el antiguo teólogo Atanasio: "Dios se hizo hombre para que el hombre se hiciera Dios". Celebremos en este tiempo que Dios se hizo uno de nosotros para que pudiéramos llegar a ser como Él por siempre.